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Mujeres de aquí, de allá y en el infierno

“¡Ya las mujeres son gobernadoras! Manejan, como hombres, el erario y simplifican el conflicto diario con gestos naturales. En las horas más cansadas y más agobiadoras un ceñudo y astuto comisario, es un obsequioso y hábil secretario y revuela las urgencias sin demoras. Nada turba la vida provinciana; y, mientras se despierta la mañana escribo versos en mi triste cuarto. La provincia está en calma, pensativa, y hoy no habrá actividad gubernativa porque la gobernadora... está de parto.” (Feminismo: Poema de Virgilio Díaz Ordóñez (Luis Vizardi)

Este poema, aunque escrito hace muchos años, hoy tiene actualidad. Todos se asombran y protestan por lo que las mujeres hoy hacemos y cómo somos. Si es su familiar cercano, hay protestas porque andes con pantalones apretados, blusa que deja ver los senos, y si aspiras a una beca fuera del país, como pajonúas, serás infernadas. Si eres de más allá y tienes un novio hoy y otro el mismo día... ¡Hay mi Dios... dirán que eres una ratona y que no tienes educación! Y si amas a una mujer, dirán que eres perversa, satánica, y te tirarán a un incendio de palabras. Si estás casada y tienes un amante, igual a lo que hacen los hombres con dos o tres mujeres, no te aplaudirán con sonrisas igual que lo hacen con ellos, por el contrario, te agarrarán de un brazo, te llevarán a un zafacón y te tirarán a la basura.

Según la canción de Joaquín Sabinas: “Hay caprichos de amor que una dama no debe tener”. Y como ustedes ven, mujeres de este país, aunque cumplan bien con su horario de trabajo, sus responsabilidades, su maternidad, sus hermanos, padre y madres y todo quien esté a su lado, no es respetado sus caprichos. No se deje poner gordota, con las nalgas que no caben en los blumens, con los senos que casi se salen del brasier, con la cara que no responde a un retrato, con el pelo pajonudo, pues para que la respeten tiene que ser bonita, cocinar, lavar, planchar, esperar que su compañero llegue a la casa para pedirle permiso para ir hasta la esquina. Y así, miles de cosas y cositas, y tenga mucho cuidado cuando su jefe ejecutivo le proponga que abra las piernas y le meta su lengua dónde él quiera.

Cuídese de todo y de todos, porque desde siempre a las mujeres “nos corrigen” y nos dicen sin conocernos y en voz alta lo que quieren que hagamos y lo que quieren que seamos. Habrá que luchar para que no nos conviertan en Medusa y nos tiren al fondo del infierno. ¡Ah, y no olvide su cinturón de castidad! Y tampoco olvide que los dioses griegos y romanos, y hasta los nuestros que trabajan en la política, tienen sus emisarios y solo se permite entrar en sus templos a las que tienen la calidad de Vesta, la diosa inmaculada e intocable.