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Lecturas

Otro cuento para aliviarnos de la tragedia francesa

La verdad es que no se puede aliviar con un cuento la tragedia de Francia, con su cientos de muertes y heridos. Lo sucedido no tiene razones, ni pretextos, como tampoco alivio. Pero en este momento, cuando “mi corazón tiembla en la sombra”, solo viene a mi memoria uno de mis cuentos para mis queridos lectores y estimadas lectoras. Ahí voy:

JUEGO DE TRES: “Cuando llegó al pueblo, jamás imaginó cómo cambiaría su vida. Se desmontó de la guagua, agarró su maleta y esperó. Se sentó en un banco y puso la mirada en todo lo que pasaba a su alrededor: Gente que iba y venía en carros cruzando las calles sin atinar los semáforos, niños que jugaban en el parque y gritaban malas palabras, la señora que freía empanadas y pastelitos, otro que ofrecía de voz en cuello los números de la lotería, un paletero que discutía de política, en fin, todas las cosas que aparecen en las paradas de guaguas que se deslizan como voladoras, hasta que apareció ella, con un traje al rojo vivo, caderas voluminosas, pecho que se quería salir de la blusa, cintura con cadencia de merengue y piernas que parecían hechas de roble.

–Soy Angustia...–Le dijo.–He venido a buscarte porque tu primo está muy ocupado. Soy la mujer de tu primo.–Llegaron a la casa y se sentaron a comer un sabroso arroz con pollo, yuca frita y unas cuantas cervezas. Y mientras ella se inclinaba a servir, uno de sus senos salió del escote y como estaba muy cerca, él no se pudo contener y le pasó la lengua. Ella fingiendo asombro la volvió a entrar en su lugar. Comieron en silencio. Cuando salieron al jardín a continuar con las cervezas, donde hubo risas, recuerdos, chistes, añoranzas y quimeras, cada uno de ellos la miró mientras ella entraba y salía de la casa para preparar la cena: Mangú con huevos fritos y chocolate, y en cada instante, esa noche, al poner la comida en el plato del primo de su marido que comía como si en mucho tiempo no lo hiciera, sus frutas volvían a salir de su canasta. Él la miraba una y una vez y su primo continuaba atento a la televisión que presentaba el juego de beisbol entre Águilas y Licey.

Había silencio entre ellos, pero ella hizo una señal y se marchó a la cama. Él la siguió. Continuaba el juego y su marido seguía extasiado. Las horas fueron pocas, pero la noche acurrucó en su cuna el perfume selecto de la luna y el sol amaneció tranquilo.”

No habrá olvido, pero sí un poco de alivio.

Moca