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Somos un pequeño país de grandes contrastes

Tenemos valles y montañas, ríos y mares, enormes edificios y chozas pequeñitas y feísimas, somos blancos y negros, mestizos y descoloridos, grandes adelantos de comunicación y analfabetos; millones de propietarios de celulares en pobres, niños recién nacidos, ricos y quienes no tienen ni qué comer; abogados y jueces y justicia muchas veces abominable; enfermos que no tiene con qué pagar sus recetas y muchísimos hospitales donde no hay ni una jeringuilla.

Hay vehículos hermosos, modernos y taxistas que andan como locos y se meten en vía contraria y hablando con sus celulares a cada rato sin tomar en cuenta por donde van. No olvidar a los motoristas que incluyen a niños, ancianos, borrachos, etc., y la policía no dice ni “esta boca es mía” (por menos aquí en Moca). Es cierto que no somos los mejores o los peores por usar internet o ser analfabetos. Hay personas nobles, muy buenas, cumplidoras con sus obligaciones, las he conocido en Moca de mis amores, no importa que sean simple caminantes que no consiguen un centavo para montarse en el más animal y porquería de un motor. Ni siquiera en un caballo.

Y hablando de caballos, me llama mucho la atención ver una carreta que lleva plátanos, yuca, batatas, etc., tirada por un mulo y quien la dirige son dos mozalbetes, cuando a su lado, esperando el cambio del semáforo, va una lujosa yipeta con dos politicones azorados. Así se ve un contraste que nos deja con la boca abierta. Es que todo vive a su lado y muchos dirán que no somos iguales. ¿? Dígame usted. Creo que lo que tenemos son alardes de derroches y por otro lado la más triste carencia. Cada quien tiene sus potenciales y los utiliza a su conveniencia y otros que no tienen ni fortaleza en sus huesos, ni consiguen el empuje de esos ricachones aún se lo pidan de rodilla.

Contaba Juan Bosch, en uno de sus adorables cuentos, de un infeliz desyerbador que le dijo a su jefe que necesitaba irse pues estaba muy enfermo y ese “matatán” le dijo: “No te vas hasta que no termines de hacer lo que estás haciendo y te quedan otras tantas cosas por hacer.” Ya usted verá, querido lector, estimada lectora, que aquí las cosas son como si habláramos un idioma y un dialecto sin entendimiento alguno y un agujero negro que nos impidiera llegar unos a otros. ¿Hasta cuándo estaremos viviendo en este contrapunto?