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"Nivelar" el terreno

Es evidente que el Estado tiene la capacidad legal y moral de crear las condiciones para el desarrollo de zonas deprimidas de su territorio, aunque los enfoques varían respecto a la forma de cómo hacerlo, de quién debe hacerlo y el modelo para lograrlo.

También es evidente que para "nivelar el terreno", el Estado deberá hacer sacrificios fiscales y de otra índole para facilitar la creación de riqueza en esas zonas.

En el análisis final, todo se reduce a una operación matemática en la que los beneficios sobrepasen a los sacrificios.

Esa prueba es la que parece estar en entredicho con la ley 28-01, que dispone una serie de exenciones a las empresas que se establezcan en la zona fronteriza.

En primer lugar, la ley tiene "boquetes" que deben ser revisados, el primero de los cuales tiene que ver con la supervisión de la materia prima que entra por los muelles y que no es vigilada hasta su destino final. Nadie se puede oponer a eso.

Luego está el costo-beneficio de los incentivos, pues no se trata sólo del costo por empleo, en lo cual se tiene que ser flexible por la zona de que se trata, sino por el costo económico para las empresas a las cuales se les ha establecido una competencia a todas luces desleal. ¿Cómo va a competir la industria establecida del ron, por ejemplo, si otra empresa no paga los exorbitantes, pero justos, impuestos que gravan las bebidas alcohólicas?

Se impone una salida justa. Que no se pierdan los empleos fronterizos, pero que no se desnivele el terreno, ni para el Estado, ni para los empresarios tradicionales.

atejada@diariolibre.com