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Probabilidades

Si usted es funcionario y vive en las provincias, la probabilidad de que este fin de semana navideño le caiga por sorpresa una visita presidencial es la misma que la de lluvias: 30% en Barahona (Medina ya ha ido varias veces por el Sur), 40% en el Este (los hoteleros extranjeros están tan incómodos con la Justicia como los locales), 20% en Montecristi (muy lejos para ir y volver en el día), 20% en Samaná, (sólo pensar que los 3,000 herederos de Cayo Levantado le rodeen, disuade a cualquiera), 60% en Moca (se llega pronto y está lleno de amenos escritores), 15% La Barquita (ya está todo prometido, sólo falta cumplir)...

Estos viajes inesperados se prestan a muchas lecturas. A unos les recuerda el modus operandi de Trujillo, tan aficionado a mantener a todo el mundo en zozobra, sólo por el placer de molestar. Para otros, es una muestra de la desconfianza del Presidente hacia sus subalternos, que de esta manera son tratados como alumnos irresponsables por un profesor fastidioso.

Pero también hay quien ve en estos desplazamientos una manera de sentirse querido. Si en un pueblo se encuentra usted por sorpresa al Presidente de la República, la primera reacción es alborotarse y querer saludarlo afectuosamente, tirarse una foto para subirla a Facebook.

Además, no da tiempo a preparar cursis discursos de loas al "querido líder", no hace falta sacar a pasear la silla-palanquín y se despista a un montón de funcionarios lambones con ganas de salir a la carretera a quemar gasolina para salir en una foto que demuestre que están pegados.

IAizpun@diariolibre.com