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Transparencia pública: cambio y resistencia

La Transparencia Pública es incómoda para el Estado dominicano. Algunos funcionarios públicos ven con ojeriza exponer públicamente su gestión administrativa, por lo que retienen la información pública, como si fuera de su propiedad. Pese a esto, está en boga en los discursos y líneas programáticas de los órganos y entidades públicas que, contradictoriamente, no son congruentes con su respectivo comportamiento institucional.

Nuestro origen autoritario los hace resistentes a este nuevo parámetro de la democracia moderna. La Transparencia confiere al ciudadano la posibilidad de informarse para controlar, fiscalizar y cuestionar las acciones de la administración y de todos los poderes públicos. Es lógico pensar en la resistencia a la Transparencia dentro del contexto de una sociedad plagada de la cultura autoritaria durante 450 años de los 521 que contamos de existencia, y adherida a nuestra sique social y a nuestras instituciones sociales y políticas que sirven de ejemplo a los ciudadanos. Además, que la Transparencia, aplicada al principio que establece que la información es poder, tiene la virtud de dispersar el poder quebrando el monopolio de la información pública y poniéndola al servicio del interés común. Así instrumentalizada y potenciada por los medios de comunicación y generada la Opinión Pública, la Transparencia debilita o quiebra, cualquier sistema autoritario, haciendo evidentes la intolerancia, la discrecionalidad y la arbitrariedad inherentes al sistema, si los hubiere, hasta debilitar el control absoluto del poder, el cual dispersa, y así favorece el florecer la democracia.

Un Poder transparente es un poder sin máscaras y visible. Así lo explica Norberto Bobbio, en su libro "El Futuro de la Democracia", al establecer que la Transparencia es un atributo sustantivo de la democracia. Según Bobbio, la democracia nació bajo la perspectiva de erradicar para siempre de la sociedad humana el poder invisible; para dar vida a un gobierno cuyas acciones deben ser analizadas en público.

He ahí dónde inician las complicadas contradicciones de la Transparencia con ciertas concepciones legitimadas del poder: con el concepto generalmente aceptado de que las grandes decisiones políticas sean tomadas lejos de las miradas indiscretas del público; con la "razón de Estado", según la cual el Estado está por encima del ciudadano, por lo que está facultado a actuar en secreto para no escandalizar dentro del marco del interés supremo del Estado; con la actuación rápida y expedita de la administración, la cual sería presuntamente entorpecida por la Transparencia; con el principio del secreto administrativo, propio de la administración estrictamente burocrática.

Otra "razón de Estado" a la que se contrapone la Transparencia, pero carente de argumentos legitimadores, se refiere, según Bobbio, al desprecio del vulgo y del disidente, "reducidos así a un objeto pasivo del poder, dominado como se halla por fuertes pasiones, que le impiden hacerse una idea racional del bien común y lo convierten en fácil presa de los demagogos".

También se puede cifrar la resistencia a la Transparencia, en la opacidad cómplice o propiciatoria de la corrupción -que algunos explican como factor que estimula el crecimiento económico-, a la que atribuyen que puede dar lugar a la mejor movilización de los recursos y más eficiencia, al disminuir las trabas burocráticas.

Pero lo muy cierto es que la corrupción obstaculiza el desarrollo económico, por la baja calidad de las instituciones públicas, los desincentivos a la inversión, la disminución de los ingresos fiscales y la estimulación de la fuga de capitales. Para Laura Zugaza, en su texto "Corrupción: Obstáculo al Crecimiento y a la Competitividad", la corrupción se trastoca en impuesto, en coste y en riesgo al cual se enfrenta cualquier inversionista. Además, por efecto de la corrupción, el talento es mal distribuido, pues no se utiliza la capacidad, la habilidad y la educación en el trabajo productivo, sino que se espera "la renta".

Aunque una serie de reformas legales han impulsado la Transparencia en la administración del Estado, no es suficiente el formalismo de la ley. Para vencer la resistencia a la Transparencia, es preciso contar en la administración con nuevos valores y creencias que adversen racionalmente la opacidad y secreticidad administrativas, para que así la Transparencia sea norma viva.

fabricollado@hotmail.com