La artesanía, como parte de la cultura, presente en la feria

SANTO DOMINGO. La mayoría de sus casetas no son lujosas, pero la manera de convertir un pedazo de hilo o la corteza de un coco en un objeto hermoso, las convierten en un atractivo para los niños y adultos.

Por eso se les permite a sus promotores un lugar dentro de la Feria Internacional del Libro, donde se ofertan collares, pulseras, figuras en maderas o instrumentos musicales.

Los objetos que representan los elementos pictóricos del campo dominicano hasta la hazaña de escribir un nombre en un grano de arroz, se pueden adquirir en los puestos de exhibición y ventas de artesanía.

Dulces criollos y bebidas refrescantes, como el frío-frío, parte del folklore dominicano, se pueden adquirir en esa zona ubicada en los alrededores de la Biblioteca Nacional.

Diferentes tipos de piedras pulidas sobre alambres y metales, finamentes moldeados, macutos, carteras túnicas tejidas a mano, floreros, cuadros y decenas de souvenirs, son parte del rincón artesano en la fiesta de la cultura.

Muchos escolares prefieren y, así lo expresaron, comprar una pulsera con su nombre a un libro de cuentos que le cuesta lo mismo.

No obstante, las ventas de objetos artesanales es más baja que la de libros, aseguran representantes de cada sector.

Una razón, quizás, es el aumento de artesanos presentes en la feria con sus creaciones y ofertas.

Los precios de los artículos son similares y el público no se queja, según lo que se observó durante un recorrido por el área.

Lisania Batista