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¿Vegetariano? No en este país

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¿Vegetariano? No en este país
Para ser vegetariano en este país el público debe ser creativo para poder lidiar con los precios de su alimentación.

Santo Domingo. El otro día quise pasarme de lista. Estaba corta de dinero y se acercaba una de las temidas reuniones familiares. Sin pensar, me pongo a la orden para preparar las ensaladas. Pensé, que ya que se trataba de algunas hojas bien presentadas en una familia mayoritariamente carnívora, la inversión iba a ser mínima y que mis bolsillos, ya en el forro, no se iban a romper.

Como siempre ocurre, salí perdiendo. Lo primero que no tomé en cuenta fue lo "fina" que puedo llegar a ser. Práctica y contestataria hasta el hastío, soy incapaz de hacer algo a medias. Formó parte del complot el hecho de que temo los chismes familiares como el diablo a la cruz y si las ensaladitas se veían muy "cukys" mi mamá me mataba.

Lista de ingredientes en mano, voy al supermercado. La cuenta para una ensalada de queso de cabra con rúcula, dátiles y su consabido aderezo de miel y balsámico, conjuntamente con una ensaladita capresse con pesto "original" (hecho en casa, con parmesano, piñones, albahaca, ajo y aceite de oliva), me salió por el equivalente a un sueldo mínimo y no había calculado las horas-hombre y el resto de los costos variables. ¡¡Tamaña ganga!!

Como único consuelo debo decir que mis "sencillas ensaladas" fueron el hit de la tarde familiar. Las carnes quedaron muy buenas y económicas, lo mismo que el resto del festín. Es, reitero, lo único que me consuela al día de hoy cuando chequeo con dolor de pecho el estado de la tarjeta de crédito.

La tarde de ese mismo día, mientras rumiaba mi amargura, pensaba… ¿cómo se hace un vegetariano en este país, si el tomate sale más caro que la carne?

Ya en un tono más serio (aunque todo lo anterior fue verdad), el movimiento hacia lo verde se ha extendido por el mundo, y cada día millones de personas dejan de lado viejos hábitos carnívoros por nuevos, más ligeros y saludables. Pero siendo también sinceros, antes salía más barato cocinar berenjenas que preparar una libra de carne.

En un país donde el respeto a los consumidores corre por cuenta de una institución que se persigue con ganas de aniquilarla, seguimos pagando los víveres y las viandas como si hubieran sobrevivido a una tormenta. O estuviéramos bajo embargo económico, que no es el caso. Mientras leo que hay productores que tienen "exceso de inventario", mi cabeza automáticamente piensa en una ley económica que dice que en abundancia de oferta, rebaja de precios. Nunca pasa así. Me parece que estos productores prefieren desechar el excedente a ponerle el precio que el mercado demanda. Después de todo, aquí nadie tiene la culpa de que ellos hayan calculado mal o que a causa de los altos precios que ellos mismos han marcado, nadie pueda adquirir sus productos.

El vegetariano, independientemente de cuán estricto sea su régimen, debe alimentarse balanceadamente, buscando dentro de su grupo alimentario todos los nutrientes que necesita para vivir bien y mejor. En este país, donde todo marcha al revés, sencillamente es imposible.

Y mejor no opinar del "impuesto de lujo" que parece cobrarse a todo lo que dice "integral", "orgánico" o "light". Honestamente, no sé cómo se hace un vegetariano en este país y si es por recomendación médica, prefiero no echar los números.

Dejé el tema por perdido la próxima vez que volví al supermercado y me di cuenta que dos libras de pescado en especial me salía al mismo precio que una mano de plátanos...

himilcetejada@live.com.