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Enrique Iglesias, caótico en Sex & Love

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Enrique Iglesias, caótico en Sex & Love
Decemer Bueno y Enrique Iglesias en Hard Rock Café. Fuente externa

SANTO DOMINGO. Si la euforia tiene un patronímico, ese fue Enrique Iglesias la noche del sábado en el Salón Fillmore de Hard Rock Hotel & Casino.

Unas 4 mil personas colmaron el salón, además de dominicanos habían muchos turistas extranjeros, que comenzaron a impacientarse, pues esperaban ya hora y media por el artista que se presentaba por segunda ocasión en el sitio.

Cuando al fin se apagaron las luces y comenzaron los primeros sonidos -que no acordes- sostenidos que creaban la expectativa para que entrara alguien que todo el mundo sabía quién era. Con una banda de músicos eficientes, Iglesias, el hijo del artista iberoamericano que más discos ha vendido en el mundo, arrancó muy arriba con “Freak” y un segmento en inglés que incluyó los temas “Hearth Attack” y “I like how it feels”. “No me digas” y “Bailamos” completaron el segmento.

Esa intensidad descendió apenas un grado, con el segmento que hizo con Decemer Bueno, quizás el músico más valioso de las nuevas generaciones de cubanos. Con él fueron los temas del propio Decemer “El perdedor”, “Por amarte”, “Loco y Cuando”.

Regresó al inglés y la euforia con “Be with you”, “Tonight” y “Escape”.

El público coreó y aplaudió, a pesar de que en un momento, el adivinador de números Cristian Casablanca, subió a plataforma acompañado de una muchacha que dijo es su hija y tiene 19 años.

Enrique narró que a los 11 años tuvo su primera novia y era dominicana. Esta lo dejo pasado un tiempo. “No te enamores de dominicanas, que te van a chapiar, y te van a dejar por otro”. Y hasta cantó uno de los temas.

Ya al final, “Nunca”, “Heroe”, “I like it”, y el hit del momento “Bailando”, con Decemer Bueno y Gente de Zona, cuando ya la euforia había logrado grados de caos.

No es que estuviera malo. Sino en general, caótico, hirsuto, estrepitoso. Y el público –que se quedó esperando aquel Enrique que si bien no canta mucho, tiene ángel–, se tuvo que marchar aunque esperó un bis, que no llegó jamás.