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El dilema de la fila que no cesa

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El dilema de la fila que no cesa
Un buffet debe tener una amplia variedad, no sólo en el número de platos, sino también en el tipo.

SANTO DOMINGO. Igual podemos llamarla la trágica historia del buffet. Mejor conocida como la sucesión de alimentos en filita india que muchos turistas que nos visitan no empiezan a entender.

Pero a los dominicanos nos encanta. La posibilidad de servirnos de una amplia variedad, sin preocuparnos por la cantidad, nos parece la gloria.

La verdad es que muchos "puristas" no hemos evolucionado en temas de gastronomía o educación. Y en algunos casos llevan razón. ¿Nunca han pensado lo peor de una persona que ataca una mesa de buffet como si fuera su última comida? ¡Seguro que sí y con mucha frecuencia, además!

Entrando en la vorágine de celebraciones navideñas, le aseguramos que va a hacer más de una fila con la suerte o la desgracia de encontrarse con un individuo como el anterior.

Pero para evitar futuros conflictos, y el pasar vergüenzas en nuestra propia fiesta, compartimos con ustedes algunas reflexiones sobre los buffets:

Buffet = Variedad

Hasta ahí estamos claros. Un buffet de "dos o tres cositas" no es buffet, que no le engañen. Y no nos referimos únicamente al número de platos. Hablamos también del tipo: fríos y calientes; principales y guarniciones; dulces y salados, pasando por todos los sabores complementarios y la variedad en la presentación, para que no sólo no nos resulte monótono al gusto, tampoco a la vista.

Dentro de la medida de sus posibilidades intente abarcar la mayor cantidad de gustos y tomar en cuenta la edad e incluso la salud de sus invitados. Piense que el tradicional banquete navideño es un festín de mucha grasa, carbohidratos y condimentos, nada apropiado para hipertensos o diabéticos. Con esto en mente, agregue opciones de platos que ellos también puedan disfrutar sin empeorar su condición de salud.

Buffet = Facilidad

Seguimos claros. En servicios tipo buffet ahorramos en personal. En teoría, cada comensal se auto-sirve. Si lo anterior es cierto, nuestro papel como anfitrión es facilitar el paso y minimizar el tiempo: habría que considerar la presentación del buffet y la disposición de los utensilios de tal manera que el comensal pueda servirse sin problemas en el menor tiempo posible, y sin literalmente destrozar la comida de los que vienen detrás.

Si ha pensado en poner pasteles en hoja en su próximo buffet navideño, hágase un favor y "desvístalos". Siempre aparece un "presentado" que insiste en desvestirlo en el mismo buffet, y dejar ahí mismo la hoja y el hilito. Lo que hay que ver...

Siga estos consejos

Haga estaciones: no coloque toda la comida sobre una misma mesa. Si dispone del espacio, coloque los entrantes y ensaladas en un lugar y a pocos metros, los platos fuertes y acompañamientos. Deje los postres para después. Con esta disposición, la gente está obligada a fluir, a moverse, sin amontonarse en un mismo lugar y, como bono, logrará combinar mejor los alimentos. Lo malo? La anfitriona requerirá el doble de platos y cubertería.

Indique el menú: Si imprime el menú, y lo presenta sobre la mesa, el invitado puede hacerse una idea de lo que quiere o puede comer, sin tener que pararse frente a cada plato a preguntar cómo se llama, qué lleva o si tiene mariscos.

Y sobre lo anterior... no disfrace los platos. No zambulla el pollo que ni su madre lo reconozca. Es cierto que la comida en un buffet requiere de un medio líquido para mantener su temperatura, pero con estar debajo del género es suficiente.

No se extienda: Tiempo y temperatura son los peores enemigos de un buffet. No lo deje demasiado tiempo en exposición, sólo el necesario para que todos se sirvan y repitan si desean. Verifique siempre la temperatura de los platos, tanto fríos como calientes, y recuerde que hay exquisiteces navideñas que no quieren saber de la intemperie. Si no quiere sentirse responsable de una intoxicación masiva, no lo quite el ojo al cerdo, ni a la ensalada rusa, por si las moscas.

himilcetejada@live.com