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El caso Fischer

SANTO DOMINGO. El mundo del ajedrez ha inspirado al cine en distintos momentos de su historia. Referencia obligada es “El séptimo sello”, de Ingmar Bergman (Suecia, 1957), película en que el protagonista juega una partida con la muerte. Relevante también es la figura de Bobby Fischer, en torno a la cual se han hecho varios documentales y filmes de ficción. El relato del joven prodigio de Brooklyn, que tempranamente se propone ser campeón del mundo y su enfrentamiento con los maestros rusos, tiene todos los elementos de la épica moderna. El cine quizás ha sido el mejor modo de acercarse a este ser complejo y contradictorio, que vivió entre el límite de la cordura y el abismo de la demencia.

Un jovencito obsesionado

Robert James Fischer es hijo de judíos inmigrantes, y su familia es objeto de investigación por cuestiones políticas; son los tiempos de la Guerra Fría, y las sospechas de espionaje están en el ambiente. Desde temprano evidencia su inclinación hacia el ajedrez, el cual aprende de manera autodidacta. Pero también su personalidad presenta signos de inestabilidad: obsesión por el juego, intolerancia a la derrota, delirio de persecución y otros, que con el tiempo se irán profundizando. Su familia sufre los desplantes del irascible joven que dedica su vida a estudiar el juego de reyes y en especial las partidas del campeón del mundo, Boris Spassky, todo un ícono de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

El relato

El aspecto más interesante que desarrolla el guión es la progresiva coincidencia entre el enfrentamiento cúlmine con su rival y la paranoia que ello desata en la mente del protagonista. El temor a ser víctima de los servicios de seguridad es una constante y el peso del enfrentamiento entre dos naciones poderosas virtualmente en guerra, hace mella en Fischer, y en quienes le acompañan. Por otro lado, su locuacidad y sus extravagancias le convierten en un sujeto atractivo para los medios, llegando a convertirse en una celebridad. El relato incorpora material de los medios de comunicación de la época, lo cual permite hacerse una idea del impacto que generó en su momento el ajedrez.

Los personajes

Tobey Maguire interpreta a Fischer y Liev Schreiber a Spassky. Bien está el primero en su caracterización, mezcla de asceta y aprendiz de estrella de rock. Sus mejores momentos son cuando interpreta al personaje en pleno delirio. No ocurre lo mismo con el personaje antagonista; le falta peso a Schreiber, no convence, restándole intensidad al conflicto central. En los roles secundarios destaca Peter Sarsgaard, quien interpreta a Bill Lombardy, un sacerdote católico que hace las veces de entrenador y sparring intelectual de Fischer, los mejores diálogos se dan con este personaje.

La mirada abandonada

Desde el comienzo se nos advierte que el filme está basado en hechos reales, y que de la mayoría de ellos existen pruebas concretas. Pero, ficción al fin, el relato que arranca como una investigación de un organismo de inteligencia, paulatinamente va abandonando esa mirada, dejando paso a un relato distinto, cayendo en cierta medida en la misma fascinación mediática que generó el genio hasta sus últimos días.

Recomendable para los amantes del ajedrez y para los que gustan de las películas con temas de conspiración.

TEMAS -
  • Cine
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