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7 Flores en el Bar

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7 Flores en el Bar
Karoline, Judith, Zoila y Carolina, caracterizadas (FUENTE EXTENA)

Giovanny Cruz estrenó su obra “7 Flores en el Bar” con una sala Carlos Piantini, sino repleta, a buen lleno. Al final, los aplausos fueron de agradecimiento, pero no una ovación: un medidor de que la puesta en escena no convenció del todo a buena parte del público. Entre ellos a quien redacta.

Resalto las entradas y salidas de los actores en una especie de coreografía misteriosa; la desestructuración de las escenografía casi al final, el maquillaje y el vestuario.

“7 Flores en el Bar” está inspirada en hechos reales que ocurrieron en el siglo XIX. Sin embargo su planteamiento en escena padece de una truculencia que no le va bien a la obra.

Es una lástima que el excelente elenco con que cuenta la obra, no sea debidamente aprovechado y se pierda en gritos y más gritos. Desde la mismísima Judith Rodríguez, quien provoca las pocas carcajadas y hasta un aplauso, a pesar de su sobreactuación, hasta Zoila Luna, en su regreso a las tablas, pasando por Carolina Féliz y Karoline Bécker, quien logra desdoblarse y ser el personaje que le piden, y no la variante fría de otros personajes que ha hecho.

No es a gritos que se logra llegar al corazón del último de los que están sentados en balcón.

Luego, los problemas fundamentales están en la puesta en escena y en la propia dramaturgia de la obra.

Se vuelve truculenta porque se enreda en su propia madeja de teatro dentro del teatro, y se torna pedante, porque necesita de un público muy enterado en los intríngulis de la historia teatral.

Los gags que provocan risa tienen que ver casi siempre con el personaje de Judith Rodríguez, a pesar de que está muy sobreactuada. Un reto fallido después de haber hecho Hamlet.

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