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Desfile Nacional del Carnaval: un derroche de creatividad y colores

Fefita la Grande y Michael Miguel ejercieron su reinado con alegría

SANTO DOMINGO. El malecón fue desde las 10:00 de la mañana, un puro río de Carnaval. Primero fue un arroyito, y ya en la tarde-noche del domingo el caudal era como el Yaque en su estado primigenio.

Justo temas como el medio ambiente fueron algunos de los abordados por las numerosas comparsas del Desfile Nacional celebrado desde las 3:00 de la tarde en la avenida George Washington de la capital.

Hizo bien el Ministerio de Cultura en poner en los inicios del desfile a los ganadores de la Gran Gala del carnaval 2016: Vitico Erarte, quien trajo desde Santiago su comparsa, así como el más famoso Robalagallina de estos tiempos, Raudy Torres, con sus lechones Los Raudynes; Viva el Mambo, África mía y Amanecer en Oriente, sobre todo porque marcó el acento de lo que sería el resto del desfile: creatividad, colorido, tradición e innovación.

Abrieron Los Chiveros de Dajabón, una metáfora del chivo liniero en la gastronomía. De Pedernales trajo las igumantas (fusión de marimantas e iguanas); sus robalagallinas y un canto a las cultivadoras de sorgo. Jimaní aportó los cactus que dejó el lago Enriquillo y la primera firma de paz de América que recordó la de Enriquillo y Francisco de Barrionuevo en 1533. También el combate contra el Aedes Aegypti. Elías Piña, sus representaciones del diablo, los bacases y Los cerebritos del Diablo. Neyba trajo los negroides y sus uvas. Montecristi sus toros y la memoria del robalagallina José Datt.

De Villa Vásquez desfilaron Los Güimones; De Santiago Rodríguez una comparsa inspirada en Enrique Bumbury; de Los Almácigos, Los Jujuces.

Barahona aportó el delirante colorido de Los Pintaos, sus diablos, el hombre que flota, los enmasacarados y Los Guaraguaos. Cabral sus reconocidas cachúas. San Juan propuso Los demonios del jefe, Apocalipsis 13, Califés, Los diablos de San Juan, El Africano y otros, llenos de originalidad como El Payaso Acróbata; Los Buenos, los Malos y los Feos; de Bonao; o Mi Carnaval es Fantasía de La Vega. Los platanuses y los papeluses de Cotuí, los lechones de Santiago... Así hasta 178 comparsas de todas las regiones.

Lo importante es que el Desfile Nacional demuestra la vitalidad de esta fiesta popular (no importa que algún que otro municipio compre elementos de los trajes ya usados por las ciudades de mayor tradición y riqueza económica, para ellos desfilar el año próximo), también su amplísima variedad temática que va desde el humor burdo al refinado, desde los intereses más ligeros, hasta los más profundos, como los temas históricos y políticos.

Hay que saludar que en las transmisiones televisivas, se entrevistara a personalidades conocedoras del tema, que realmente aportaban datos interesantes. Hizo falta eso sí, una mayor iluminación, pues con tantas comparsas no hay modo que el desfile no termine en el crepúsculo.

La seguridad y la organización también reinaron desde la mañana cuando se realizó la Muestra Infantil, con 92 comparsas, a la cual, lamentablemente, acudieron pocos niños.

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