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Balance

Llega la hora de hacer balance y sacar conclusiones. El balance y las conclusiones irremisiblemente traen de la mano buenos, o malos, propósitos. Cuando vuelvo la vista atrás y repaso estos algo más de cinco años de Eñes, me pregunto qué sentido tiene la divulgación de conocimientos sobre nuestra lengua o nuestra literatura en los tiempos que corren.

Compruebo que este diciembre se cumplen veinticinco años de mi llegada a la República Dominicana. Arribé a costas dominicanas recién licenciada en filología hispánica y cargada de pasión por la lengua española, especialmente por la realidad de la lengua española en América.

Los años me han hecho más vieja, pero también más consciente de que la divulgación del conocimiento es una responsabilidad; sobre todo para los que hemos tenido la suerte de que se nos diera una formación que lo anhelara y lo respetara. Hay pocas cosas tan apasionantes como buscar el destello que transforma la dificultad y la aridez de los temas lingüísticos en algo interesante, curioso o sorprendente. Cuando, por fin, somos conscientes de la magia de las palabras, ¿hay algo más estimulante que acercarnos a nuestra lengua materna para descubrir cómo y por qué hablamos y escribimos como lo hacemos?

Los años me han hecho más vieja (como a todos; no se hagan), pero no le han restado ni un ápice (ni un chinchín, ni un chininín) a mi pasión por las palabras. Solo aspiro a que, una a una, las mías en estas pequeñas Eñes se conviertan en esos inapreciables granitos de arena que intenten compensar todas las cosas buenas que esta cálida tierra dominicana me ha ofrecido durante estos veinticinco años. Feliz y próspero año nuevo.

@Letra_zeta

Envíe sus preguntas y/o comentarios a la Academia Dominicana de la Lengua consultas@academia.org.do

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