Cuatrocientos años

La segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha se publicó en 1615. Las andanzas de nuestro sin par caballero cumplen cuatrocientos años y la conmemoración ha llegado plagada de nuevas ediciones.

La preciosa edición escolar, a cargo del académico Arturo Pérez-Reverte, es una ocasión extraordinaria para acercar a don Quijote y a Sancho a los más pequeños. Les aseguro que, si sabemos acompañarlos en el camino, nunca los olvidarán.

Francisco Rico, autor de la edición de la Biblioteca Clásica de la RAE, afirmó en su presentación que “cualquier edición es buena para apreciar la obra”. Aun así, siempre es de agradecer por parte de un buen lector que el texto nos llegue lo más cercano posible a como fue escrito. En las obras literarias el cómo se dice es tan importante, o más, que el qué se dice. Y si se trata de Cervantes... Lo confirma Soledad Puértolas para quien “cuanto más cerca esté el texto que leemos del espíritu con el que fue escrito, nuestro disfrute y nuestra conexión serán mayores».

Las ediciones críticas y científicas (y esta lo es, vaya si lo es) no están pensadas para dificultar el acceso a una obra, aunque a veces lo parezca por su grosor. Están pensadas precisamente para ayudarnos a recrear el momento mágico en el que las palabras cobran vida y despliegan ante nosotros un mundo nuevo.

En 1876 Dostoievski escribió: «No hay nada en el mundo más profundo y poderoso que esta obra. Es la última y más grande de las voces del pensamiento humano». No es obligatorio leer El Quijote; ni siquiera imprescindible. La obra está ahí. La elección entre edición popular o erudita es suya. Si deciden no leerla, ustedes se lo pierden. Ay, pero si se atreven a leerla...

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María José Rincón