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Premio Nacional
de Literatura

Hoy recibe el Premio Nacional de Literatura mi admirado Federico Henríquez Gratereaux. Para mí siempre será el académico que me recibió con su discurso el día de mi incorporación como miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. Su carácter ya apuntaba cuando en su juventud decidió contradecir a su madre, quien le aconsejaba fervientemente, y quizás con buen criterio materno, que se dedicara a la contabilidad en lugar de a las letras. Pero el amor por la palabra, la de la conversación y la de los textos, permea toda su obra vital. Desde el lector impenitente hasta el conversador nato tienen en las palabras su herramienta indispensable. Y también el columnista de ejercicio diario; y bien que lo comprendo. Dice don Federico que con su ejercicio de palabras contadas «ha logrado evitar al psiquiatra, ha ejercitado la inteligencia y ha desafiado su capacidad verbal para la comunicación apropiada». El vicio de la escritura lo obliga a abrir bien los ojos y a ensayar distintas miradas para que nada en la realidad se le escape. Su escritura se convierte en su balsa de náufrago; en el clavo ardiendo al que aferrarse cuando la vida lo obliga a navegar entre sus pasiones y enigmas, que es casi a diario. Por encima de las demás, hay dos facetas que admiro de don Federico Henríquez Gratereaux, nuestro premio nacional de literatura 2017; dos facetas que pueden servirnos de faro a los que nos dedicamos a las letras y vivimos en estos tiempos: su dominio verbal y su presencia humana, que destila siempre amor y orgullo por su familia. Mi sincera enhorabuena, don Federico.

@Letra_zeta

Envíe sus preguntas y/o comentarios a la Academia Dominicana de la Lengua consultas@academia.org.do

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