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Leopoldo Maler, un artista fundacional

Fue de los primeros en hacer instalaciones y performances en Europa. Vive aquí hace 30 años

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Leopoldo Maler, un artista fundacional

SANTO DOMINGO. Lo que hoy llaman instalaciones y performances (dos cosas diferentes, claro “la instalación es un diálogo entre diferentes objetos y el espacio”) entonces no tenían nombres. Y el argentino Leopoldo Maler fue uno de los primeros en hacerlo, no ya en América Latina, sino en Europa.

Londres en los 60 era “en blanco y negro”. Y Maler -el padre de David Maler y suegro de Nashla Bogaert- vivió entonces el nacimiento de la minifalda, de Los Beatles, The Rollings Stones y de los colores en la moda (“fue una explosión”). Fue testigo del boom latinoamericano: Carlos Fuentes y Cabrera Infante vivían allí.

Desde hace 30 años él vive en un pueblito de pescadores cercano a Chavón. Allí ha creado importantes obras, allí ha vivido importantes vidas. Reconoce que toda su vida “ha sido una sola equivocación. Me fui a Londres por un año y medio, y me quedé 20. Me fui a Nueva York a recibir un premio y me quedé cuatro años y medio. Vine aquí por un contrato de tres años y llevo 30”, cuenta quien fuese el primer rector de la Escuela de Diseño de Altos de Chavón.

“Como artista soy autodidacta. Y si voy a dar una clase ¿qué les puedo decir? ¿Salgan de la universidad? ¿Aprendan solos? Sí y no. Porque tiene que haber una gran pasión para superar lo del conocimiento académico”, confesó a Diario Libre.

El dibujo y el diseño

Según Maler, el dibujo sigue siendo fundamental, “porque es el lenguaje entre el cerebro y la mano. Yo creo que es muy importante dibujar, aunque se dibuje mal. Yo no sé dibujar, pero todos mis proyectos parten de un diseño, detalló el autor de La Conciencia Empírica (unas enormes sillas) que se encuentra en el jardín del Museo de Arte Moderno -una obra que se encuentra medio deteriorada y necesita remozamiento, sobre todo siempre después de las ferias del libro- dicho sea de paso.

Las perfomances

Maler comenzó con el cine y el teatro: “Me interesaba siempre dirigir. Realmente las performances fueron a partir de un aprendizaje de movimiento de actores en escena. Yo hice un curso con la Royal Shakespeare Company, eso fue en los años 60 en el Strattfort-on-Avon, donde nació Shakespeare. Para sus obras históricas tú tenías 30, 40 actores. Y eso fue lo que me permitió después la libertad, y la falta de miedo de poder usar 30 o 40 performers haciendo cosas espectaculares sin caerse”.

A Maler le preocupa la vulgarización del arte. “Yo creo que lo importante es el equilibrio. Es como escribir una novela, que tiene que ser perfecta en su construcción. Y las instalaciones tienen que tener ese equilibrio. Es como cuando se usó la palabra happening. El happening tiene una estructura propia”, apuntó.

Sobre el facilismo

Según Maler, cuyos antepasados eran judíos ucranianos, “en el arte siempre hubo facilismo”. Y lo argumenta tajante: “el facilismo no es en la falta de técnica, sino en la falta de ideología”.

Para el artista argentino nacido en... la ironía es parte intrínseca de su trabajo. “No puede haber un trabajo dramático si no hay un sentido del humor. Porque no es para reírse; tiene que haber una ironía, un cotrapunto entre distintas emociones”.

Maler y Dios

Preguntado sobre Dios, Leopoldo Maler reconoció: “Yo creo que hay un orden. Creo que hay que creer en algo que te da esperanza; y eso que vengo de una familia muy tradicional con una religión profunda. Tengo una creencia porque esa creencia te da una estructura ética y moral”. Su abuelo materno llegó a la pampa argentina con cinco años en 1897. Fue un gaucho judío. Su abuelo paterno era rabino. Leopoldo Maler crea universos.

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