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Gastos, ¡podemos controlarlos!

Se puede gastar menos sin renunciar a la felicidad

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Gastos, ¡podemos controlarlos!
Existen una serie de pequeños gastos que podemos evitar o reducir, aumentando el ahorro sin renunciar a nuestro bienestar. El minimalismo en el consumo no es negativo. La clave reside en mentalizarse y en ser conscientes de lo que tenemos, en vez de obsesionarnos con lo que nos falta. 

¿Gasta más de lo que debería? ¿Piensa que reducir sus gastos le quitará o disminuirá su felicidad? ¿Le gustaría ahorrar pero no sabe cómo hacerlo? ¿También se pregunta a menudo con preocupación si podrá llegar a fin de mes y pagar todas las facturas y recibos?

Para Richard Templar, autor de "Cómo gastar menos sin ser un miserable", se puede gastar menos sin renunciar a la felicidad y, siguiendo unos sencillos consejos, cualquier persona que lo desee puede lograr el cambio sin perder nada en el camino y, al contario, ganar mucho y disfrutando de una vida plena.

Según este escritor británico con más de treinta años de experiencia en el mundo de los negocios, "el dinero no da la felicidad, ya que la felicidad está en la cabeza de cada uno y no en nuestras billeteras".

"Se puede cambiar de mentalidad aprendiendo a organizarse mejor con la misma cantidad de dinero. Se puede conseguir que nuestra vida mejore sin realizar grandes esfuerzos y, si se economiza bien, se puede acceder a más cosas de las que imaginamos, que nos apetecían y no podíamos adquirir", señala.

"El truco para aprender a gastar menos sin renunciar a nada está en conseguir realizar unos pequeños cambios dentro de nuestra cabeza, pensar de otra manera, modificar la actitud para lograr vivir perfectamente con un presupuesto más ajustado, asegura Templar, que ofrece "las cien mejores lecciones para vivir frugalmente, gastar menos y cambiar la manera de pensar".

Controlar el presupuesto, organizarse, ir a la caza de la oferta o aprovechar las rebajas, guardar los ahorros, vender cosas, buscar entretenimientos económicos, hacer trueque, comprar alimentos baratos, acostumbrarse a regatear, llevar dinero en metálico y en billetes grandes y no eternizarse comprando, son algunos de los consejos del experto británico para estirar el dinero de cada mes.

Para gastar menos, sin dejar de disfrutar, Templar también sugiere preguntarse si de verdad necesita o merece la pena lo que va a comprar e imaginarse que no lo tiene. También recomienda comprar con el estómago vacío, irse de vacaciones cerca de casa, trabajar para vivir y no a la inversa, hacer menos cantidad de comida y regalar cosas hechas por nosotros y para las cuales tengamos habilidad.

Consejos hay muchos y buenos, según Templar, pero como primer paso es fundamental querer seguirlos: "tiene que desear gastar menos, con todas sus fuerzas; que no se quede en una gran idea, debe ser un deseo de verdad, un compromiso que quiera con toda el alma".

Para ahorrar, según Templar "se necesita una verdadera motivación que lleve a gastar menos. Dónde encontrarla es asunto de cada uno: en la factura del agua, en las reclamaciones del banco o en algo positivo, cómo que hará para celebrar su cumpleaños cuando ahorre lo suficiente o lo que bien que se sentirá cuando las deudas comiencen a desaparecer".

El placer de la vida frugal

"Conozco a personas que han aprendido a vivir frugalmente y su relación con el gasto es diferente de la del resto de nosotros. Están contentos con ser ahorradores, porque no va en contra de sus principios. En mi caso, la recesión me ha demostrado que cambiando de actitud se puede vivir perfectamente con un presupuesto mucho más ajustado", añade.

Para la psicóloga clínica África Royo, directora de ISEP Clínic Sant Cugat, en Cataluña (España), "en la mayoría de las familias se dan gastos innecesarios que, en época de bonanza, no suponen ningún problema, pero que puede llegar a ser una gran carga en momentos de dificultades".

"Para saber qué gastos se pueden reducir de forma efectiva es muy útil hacer un registro de todos los gastos realizados durante un mes y, a partir de ahí, reducir o quitar algunos. Es sorprendente lo claro que ves de que puedes prescindir de algo cuando lo tienes escrito", señala la experta de una de las mayores redes de atención psicológica (www.isepclinic.es).

"Hay muchas cosas que no aportan bienestar, ya que las gastamos de forma totalmente automatizada y significan un gasto considerable. Estas son las primeras que hay que quitar o reducir", añade la experta.

¿Cómo podemos mentalizarnos para aceptar y vivir de forma positiva los recortes y limitaciones que nos imponen la crisis económica u otras circunstancias adversas? África Royo indica que "de la misma manera que los cambios suelen representar una crisis personal, cuando nos adaptamos a esos cambios siempre salimos reforzados. En este caso no es diferente".

"Marcarse como objetivo reducir gastos, seguir los pasos para conseguirlo y, a la hora de valorar lo que se ha conseguido ver una reducción real de dichos gastos, aporta una gran sensación de satisfacción personal", según la directora de ISEP Clínic Sant Cugat.

En opinión de Royo, "una vez te demuestras a ti mismo que puedes conseguir vivir con un presupuesto ajustado, tu sensación de bienestar y autoestima aumenta considerablemente. Hay muchas personas que, después de hacer esta prueba, se sienten liberadas por no depender tanto del dinero".

Una forma de mentalizarse para gastar menos consiste en pasar de la denominada "conciencia de escasez" (lamentarnos por lo que hemos perdido o no tenemos) a la "conciencia de abundancia" (valorar lo que poseemos y todo lo que nos da la vida).

Pensamientos que nos animan

"Hay personas que tienden al pensamiento positivo; a ellas este cambio les resultará relativamente fácil. A las personas que tienden más al negativismo este cambio de percepción les será más complicado, pero pueden aprenderlo", explica Royo.

Esta psicóloga recomienda una técnica muy sencilla y efectiva para aprender a cultivar el pensamiento positivo: "elegir tres pensamientos positivos sobre los cambios que se están consiguiendo (o el esfuerzo que se hace al intentarlo) y trabajar sobre ellos. No hace falta que sean grandes cosas pero durante una semana deben ser el baremo de éxito".

África Royo pone tres ejemplos: "Me estoy esforzando por ver las cosas de manera positiva", "Me estoy demostrando que puedo reducir mis gastos y no depender tanto del dinero" o "A pesar de las dificultades no tiro la toalla, soy una persona fuerte".

La experta aconseja "escribir los tres pensamientos en un papel que se lleve encima todo el tiempo y hay que releerlos mínimo tres veces a lo largo del día y repetirlos mentalmente. Si al acabar la semana uno se siente mejor puede añadir un nuevo pensamiento a la lista y seguir con el ejercicio".

Además, según Royo, "un aspecto muy importante a la hora de tener una conducta ahorrativa es que quien lo hace se vea que está realizando un esfuerzo y, si consigue el objetivo o al menos una parte, esto provoca satisfacción. Cultivar la idea de no depender del consumo para sentirse bien, provoca una sensación de libertad y plenitud".

"Esto no es incompatible con disfrutar de algún pequeño placer que uno pueda darse y que también aporta bienestar. La clave es no sentirse dependiente de algo para sentirse bien", agrega.

Aunque "no existe una única forma de cambiar los hábitos de consumo", la psicóloga de ISEP da los siguientes consejos prácticos para incorporar un minimalismo razonable y positivo a nuestros hábitos de consumo habituales:

1. Haga un seguimiento mensual de gastos y anótelos. A final de mes verá todo lo que puede ir reduciendo o quitando.

2. Márquese un "sueldo" semanal para poder controlar los gastos. Si sobra algo, puede usarlo para hacerse un pequeño regalo.

3. Para las compras, lleve una lista y no se salga de ella. Si se ha olvidado de algo puede añadirlo a la siguiente compra.

4. Márquese objetivos realistas y pequeños. Si se marca un objetivo a largo plazo es más probable que abandone que si lo convierte en pequeñas metas.

5. Tenga claro que los hábitos se cambian poco a poco. No pretenda conseguir todas sus metas en un mes o dos; es importante hacer las cosas despacio para no angustiarse.