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FÚTBOL INGLATERRA (Crónica)

Manuel Sánchez Gómez

Londres, 13 sep (EFE).- Finales de los 90. Un joven de Buenos Aires comienza una partida en el PC Fútbol. Elige al Queen's Park Rangers. Le gusta la camiseta y que se llame QPR. Una década después, este chico, Sebastián García, marca un penalti en Loftus Road, con todo el mundo aplaudiéndole y con sus amigos en la grada, completando el viaje de su vida.

García recibe a EFE por teléfono desde Buenos Aires minutos antes de que su Argentina juegue las semifinales del Mundial de baloncesto.

Su historia se ubica hace muchos años. Tantos que ni siquiera él recuerda la fecha exacta en la que comenzó su amor con el QPR. "Ojalá guardara un recibo del día que compré el PC Fútbol", sopesa. "No tengo un recuerdo nítido de cuándo fue la primera partida con el QPR".

Lo que sí recuerda es su primera aventura con el juego. Fue con el Celta de Vigo y el detonante de aquello fue su abuelo Manolo.

"Él me decía que no era hincha, pero siempre apoyó a los equipos gallegos. Cuando el Súper Dépor salió campeón lo festejamos en casa, también cuando ganaba el Celta. Sé que esto puede sonar un poco raro (risas)".

Pero el idilio con los vigueses duró poco, no era el desafío que él buscaba.

"Me parecía demasiado fácil. Tenía un buen presupuesto, lo podías levantar rápidamente y contratabas estrellas. Creo que acabé con Romario en el Celta. Era un poco aburrido, estaba buscando un desafío diferente y apareció el QPR y lo agarré".

García reconoce que le atrajo la camiseta, que su nombre lo formaran tres letras y, sobre todo, que tuvieran complicaciones financieras.

Con aquella elección, con aquel momento en el que divisó al QPR en la Segunda división inglesa, su vida daría un cambio y precipitaría el viaje de su vida. Algo que podría no haber ocurrido, en caso de haberse decantado por el Reading, el West Bromwich Albion o el Stockport, por ejemplo.

En todo lo que ocurrió a continuación, jugó un papel fundamental el invento de la época, internet.

"Los comunes mortales lo empezamos a utilizar con velocidades malísimas, a duras penas, con bastante limitaciones. Creo que la primera vez que navegué en internet fue por el 98. Estamos hablando de antes de los primeros sistemas de mensajería como Messenger. Yo estaba fascinado por los foros. Era algo inexplorado".

García se lanzó a las redes, en busca de letras de The Beatles y The Kinks, bandas que adora, hasta que le asaltó la duda. "¿Y el QPR? ¿Cómo irá en la tabla? ¿Tendrá los mismos jugadores?".

"Encontré que la BBC daba sus partidos con actualizaciones en texto. Me acuerdo un día en 1999 que fue la primera vez que escuché un partido del QPR por radio. Antes de aquello no tenía ningún contacto con el club, no había noticias, no había diarios. A los lectores jóvenes les parecerá raro escuchar esto", explica.

Con el paso del tiempo, este bonaerense comenzó a asimilar el club, se convirtió en un hincha más, programando sus fines de semana en función de cuándo jugara el equipo, cambiándole el humor si ganaba o perdía, algo que no le ha abandonado hasta el día de hoy.

Y surgió el foro. García encontró un lugar de debate donde los aficionados se congregaban a hablar del equipo.

"A principios yo no me animaba a escribir, por timidez, porque no era mi idioma, pero, sobre todo, porque Argentina e Inglaterra estuvieron en un conflicto bélico cuando yo era pequeño. Esta herida está siempre presente. Yo sentía que no me iban a recibir bien. Luego también estaba el gol de Maradona con la mano, y yo decía "estos van a odiar a todos los argentinos (risas)".

Hasta que García cruzó la barrera, se puso a hablar y fue recibido "fantásticamente", aunque algunos se pensaran que era una broma y quizás fuera un hincha de otro equipo haciéndose pasar por argentino.

"Hay que pensar que esto es el QPR, no el Manchester United o el Liverpool. En medio de Indonesia puedes encontrarte con alguien con un tatuaje del United, eso con nosotros no pasa", dice García.

Comenzaron entonces a hablar, con García interesándose por los jugadores, las tácticas, los equipos rivales, los campos más difíciles. "A fin de cuentas, yo no había visto a los jugadores jamás".

Aquella época coincidió con un bache en la vida del protagonista de esta historia, puesto que reconoce que para diciembre de 2003 estaba pasando "una profunda depresión".

"Tuve problemas en lo laboral y fue demasiado. Estuve semanas sin escribir en el foro, por ejemplo.", confesó.

Su bajón anímico, sin embargo, fue replicado por la mejor de un QPR que había tocado fondo en el 2000 bajando a Tercera.

"El equipo venía de una reconstrucción total. Había bajado a Tercera en el 2000. Estaba en pleno declive, pero se armó un grupo de jugadores de esos que de vez en cuando hacen magia y superaron todas las expectativas".

Los 'Hoops' lograron el ascenso en mayo de 2004 y llegó el mensaje a García que le cambió.

"El QPR gana un partido en Sheffield complicadísimo y logra el ascenso. Como parte de los festejos, uno de mis amigos, un irlandés, quiso juntar dinero para pagarme el billete y que pudiera viajar a Londres. Al principio yo me negaba, porque me daba bastante vergüenza y era tímido en ese sentido. Me parecía demasiado, pero me empezaron a insistir más fuerte".

"Me decían: "hoy en el pub, en lugar de tomarme la quinta cerveza, ese dinero la pongo para ti, y si todos hacemos lo mismo...". Pensé que además estaría contribuyendo a no aumentar el alcoholismo (risas)", cuenta.

Sus amigos, esos a los que no había visto, aquellos que le relataban los encuentros, le desmenuzaban los jugadores y compartían su pasión a miles de kilómetros de distancia, le iban a pagar el billete a Londres. El fútbol, como unión de personas.

Con lo que no contaba García, es que, una vez, aceptada la invitación, salido de Argentina y aterrizado en Londres, el control de fronteras pondría en duda su historia.

"No iba con mucho dinero y no tenía tarjetas de crédito. Ahí empezó todo un interrogatorio. La chica (del control) me empieza a preguntar que cuánto dinero tengo y dónde voy a quedarme. Le dije que mis amigos de un club de Inglaterra me lo pagaban todo y me invitaban a ver unos partidos. No se lo creyó. Reconozco que la historia es un poco loca (risas). Llamó a un oficial y pensé que estaba en problemas y que me deportaban", explica.

"Empezó a hacerme preguntas. "¿Qué equipo es?". QPR. "¿Cómo es la camiseta?" Azul y blanca a rayas horizontales. "¿Quién es el técnico?" Ian Holloway. "¿Quién es el capitán?" Kevin Gallen. "¿Para qué selección juega?" No es internacional, pero podría jugar para Irlanda. Y fue todo así. Si me hubieran hecho un examen, habría sacado un 10 (ríe)".

Y consiguió pasar. El sueño de Loftus Road estaba un poco más cerca y García, lo primero que hizo, fue dirigirse al estadio, donde le aguardaba la primera sorpresa.

"Estuve hablando con el único argentino del plantel, Gino Padula, y resultó que éramos del mismo barrio en las afueras de Buenos Aires. El barrio de Lanús tiene un barrio más pequeño que se llama Gerli y ahí hay un pequeño club de fútbol cinco para niños. Los dos jugamos ahí, pero él era un año más grande y empezó a ir cuando yo lo dejé, por eso no nos conocimos. "¡Yo soy el único hincha argentino de QPR y tú el único jugador argentino y nos podíamos haber conocido de niños!, le dije".

Tras su primera toma de contacto con el equipo, tocaba visitar a los que habían sido sus amigos a distancia durante años, los compañeros del foro.

"Todos habían hecho una camiseta con sus nombres de usuario, para que los pudiera reconocer. Eso me pareció fantástico. Era como los futbolistas que celebran los goles señalando sus nombres. Yo estaba así en la tribuna. Alguien me saludaba, se daba la vuelta y le reconocía por el nombre de usuario", rememora.

Y las sorpresas no pararon. El primer encuentro que García presenciaría en Loftus Road fue ante el Plymouth. En el descanso, bajó con un amigo a las taquillas a recoger las entradas del siguiente encuentro. Cuando García se disponía a volver a su asiento para esperar al comienzo de la segunda parte, su amigo le llevó al terreno de juego.

García iba a participar en un concurso. "Era un juego que te mareabas dando vueltas a un palo, cerca de la medialuna del área, y después tienes que ir a tirar un penalti, con la mascota del equipo de portero", explica.

Marcó y se llevó un reproductor de DVD. "Estaba un poco adelantada (la mascota) de la línea de gol, pero no protesté porque entró. Si lo llega a parar, hubiera protestado (risas)".

"Me presentaron en el campo de juego, me aplaudió toda la gente. Hasta los hinchas rivales me regalaron una camiseta. Es increíble, esto no debe pasar muy a menudo", agregó.

García, que aquella tarde vio cómo el QPR se impuso por 3-2 al Plymouth, se fue de Inglaterra semanas más tarde habiendo asistido a cinco victorias y un empate de los 'Hoops'.

Antes de retornar a Argentina, pudo pasar por San Sebastián para ver a su sobrina, que acababa de nacer, completando el viaje más mágico de su vida.

La unión con el club londinense fue "un cambio", "una bisagra" en su vida, que le ayudó a superar la depresión y que ha ido pasando también a sus hijos, Felipe y Manuel.

"El más grande, Felipe, insiste con que él no es del QPR. Creo que lo hace para fastidiar y dice que es del Tottenham y que le gusta el Brighton y el Liverpool. Está provocándome. En cambio, Manuel, que tiene cuatro años, corre por la casa diciendo que es del QPR".

Su sueño para el futuro es poder llevarlos a Loftus Road y cerrar ese círculo que se abrió con aquella partida de PC Fútbol empezada por casualidad con el equipo de las rayas azules y blancas.

"Me parece un lugar mágico. Es una forma de que ellos vean la importancia que tuvo ese viaje en el recorrido de mi vida. Me empecé a sentir mejor, a ganar en confianza. A veces yo mismo no entiendo lo que supuso ese viaje. Me sacó de lugares complicados. Sería una forma de cerrar el círculo", finalizó. EFE

msg/jl

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