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La directora Paula Hernández despierta a bofetadas a 'Los sonámbulos'

San Sebastián (España), 26 sep (EFE).- La directora argentina Paula Hernández ha presentado en el Zinemaldia 'Los sonámbulos', una historia familiar contenida y claustrofóbica cuyo plato fuerte son unos personajes que están, todos ellos, en 'un cierto momento de replanteo existencial': en realidad, a punto de estallar.

'Las situaciones de microviolencia no siempre están en cosas tan marcadas, a veces surgen en infinidad de cosas mínimas familiares y muchas veces estalla por el lugar de los más frágiles', ha señalado la cineasta en un coloquio suscitado entre los espectadores de la cinta proyectada anoche en el Kursaal, y que acabó de madrugada.

Hernández mete la cámara 'dentro' de la familia: la película es una sucesión de primeros y primerísimos planos cámara al hombro, detrás, al lado, de frente y debajo de los actores, una visión claustrofóbica que refuerza su intención de 'contar a partir de la acumulación', ha explicado.

Reconoce que le fue 'muy difícil encontrar el tono de la película, porque era una historia muy compleja de contar, de cómo situaciones cotidianas van calando muy profundo en cada uno de los personajes hasta este final',

Cuenta que dudó si hacer una cinta 'más narrativa, más climática, o más de toda la familia', aunque finalmente optó por contar la historia de dos mujeres 'atravesadas por esta familia'.,

Dos mujeres fuertes pero 'perdidas por dentro', explica Hernández: una mujer madura, Luisa (Erika Rivas), que tiene un matrimonio difícil y en crisis, y su hija de 14 años (Ornella D'Elía), sonámbula igual que la familia de su padre, un grupo ritualista y endogámico, dominado por la abuela (Marilu Marini).

Como todos los años, toda la familia se reúne en la casa de campo familiar para celebrar el año nuevo. Es verano, hace calor y cada minuto los problemas intrafamiliares crecen, es evidente que algo grave y contenido está a punto de ocurrir.

Un guion que empezó a escribir en 2015 y que 'fue creciendo' cuando encontró a los actores, porque es una cinta 'con mucho aporte de todos', ha dicho.

Entre ellos, Erika Rivas, quien ha asegurado que, a pesar de la dureza del rodaje, porque los personajes van subiendo de tono hasta llegar al puro grito, le fue muy cómodo, gracias a la directora, y también arriesgado, porque 'es una historia trágica y difícil y tener la cámara encima no te permite ocultar nada'.

'Son personajes que no tienen certezas, ninguno de ellos -agrega Hernández-, que transitan como sonámbulos en esa familia, confundiéndose, aprendiendo de lo que va ocurriendo en el momento y esa acumulación crea un clima; me interesaba el entrecruzamiento de muchas temáticas donde a veces la situación de la alienación produce situaciones muy dolorosas'.

Como sucede en el tramo final de la película cuando un abuso desborda todos los vasos y derrama toda la furia contenida, una secuencia donde la directora nunca muestra el cuerpo de la agredida, sino el del agresor, una decisión 'política'.

'En Argentina estamos en un momento fortísimo del movimiento feminista -aquí mismo está el documental 'La ola verde. Que sea ley' sobre el derecho al aborto- y yo estoy atravesada también por todo eso, día a día se replantea uno esas cosas que no funcionan', señala.

Es el cuarto largometraje de la también guionista Hernández (Buenos Aires, 1969), tras 'Herencia' (2001), 'La lluvia' (2008) y 'Un amor' (2011), todos ellos premiados en diferentes festivales; esta es la primera vez que se presenta en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde compite en la sección Horizontes Latinos. EFE

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