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¿Se considera usted un bebedor “social”?

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¿Se considera usted  un bebedor “social”?

Al entrevistar a un paciente sobre su ingesta regular de alimentos y bebidas, preguntamos: ¿Cuánto alcohol consume? En las distintas respuestas resalta que un alto porcentaje toma alcohol “socialmente”.

Detengámonos un momento a definir el concepto de un “bebedor social”.

¿Existen criterios para calificar? La realidad es que no se ha logrado un consenso para estandarizar el concepto, pero en la búsqueda de este calificativo, se describen algunos comportamientos y condiciones que podríamos calificar de ambiguos:

Tomar exclusivamente en actividades sociales y de forma moderada.

No requerir de la ingesta de alcohol para pasar un buen rato.

No haber tenido conflictos secundarios al alcohol, ya sean relacionados con la salud o no.

Los criterios antes expuestos tienen muchas limitaciones, pues deberá revisarse el nivel de actividad social que puede alcanzar una persona además de profundizar en expresiones como, “moderación”, pasar un buen rato, y las secuelas o no por la ingesta del alcohol.

Podemos realizar las siguientes preguntas:

¿Cuántas veces a la semana tiene alguna actividad o evento social?

¿Cuántas copas o tragos toma en cada evento?

Si colocamos el escenario de aquella persona cuyas reuniones de trabajo o eventos sociales se resumen en cuatro (4) veces por semana, que en cada oportunidad brinda con 2-3 copas y que aquello puede aumentar los fines de semana, ¿se consideraría un “bebedor social”? Haga usted el análisis semanal. La relación entre alcohol y obesidad es muy amplia, desde los efectos de malnutrición (obesidad, sobrepeso o delgadez) hasta las complicaciones cardiovasculares (ej. alteración del colesterol, triglicéridos, arritmias), metabólicas (ej. hígado graso), gastrointestinales (ej. lesiones en esófago, estómago) y predisposición al cáncer.

En ocasiones, consideramos que una ingesta frecuente de alcohol que no produce síntomas o resaca podría pasar desapercibida, sin analizar el efecto acumulativo y/o destructivo que implica, sin ampliar en la dependencia que resulta de forma secundaria.

El valor calórico por cada gramo de alcohol es de 7 kilocalorías (no de la bebida específica, sino simplemente del “alcohol”), lo cual hace impreciso el cálculo calórico exacto por la gran variedad existente, los distintos grados disponibles y formas de conserva. El vino (~12% de alcohol), el whisky (~30%), el ron (~35%), la cerveza (~5-10%), los cocteles (sangrías, mojitos) hacen que sea difícil colocar una etiqueta nutricional con valores calóricos aproximados, adicionando que no contienen ningún nutriente provechoso para el organismo, pues los “antioxidantes” no resultan beneficiosos ante un abuso del consumo.

Ante tanta ambigüedad, la moderación deberá individualizarse por sexo, talla, edad, actividad física y condición clínica, entendiéndose el daño de una ingesta frecuente y la importancia de realizar un autoanálisis en su posición frente al alcohol. Éste podría ser el responsable de su problema de peso y de otros trastornos de implicación importante.

Para comunicarse con la Dra. Erika Pérez Lara, nutrióloga

clínica, escriba a erikapereznutricion@gmail.com

Instagram: @dra.erikaperezl

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