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Un sistema nacional de Salud Pública

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Un sistema nacional         de Salud Pública

Todo ciudadano, por el solo hecho de serlo, tiene el derecho de participar de los beneficios de la economía de su país traducidos en un eficiente sistema o servicio nacional de salud pública. En un país subdesarrollado, los servicios de salud no deberían enfocarse en la construcción de muchos hospitales dotados de la tecnología más moderna. Que aunque son necesarios, solo deberían existir como hospitales de referencia o de tercer nivel, uno en cada una de las cuatro o cinco regiones en las que ese país ha sido dividido.

Los mayores esfuerzos y las grandes inversiones, deberían dirigirse a la atención primaria donde los profesionales de la salud (médicos familiares, generalistas, pediatras, obstetras, odontólogos, enfermeras etc.) tengan sectorizada a la población, conozcan sus dolencias, puedan identificar las enfermedades transmisibles y puedan controlar las no transmisibles. Que tengan censada a su población y sepan cuántos diabéticos, hipertensos, cardiópatas, asmáticos y otros existen en su sector y asegurarse que la medicación se les esté suministrando. Una atención permanente, no un operativo médico.

Un sistema de salud donde el Estado asegure que a cada hogar le llegue agua corriente y potable. Con esta sola acción se evitarán muchas de las enfermedades propias de una mala higiene y del almacenamiento inadecuado del agua.

Un sistema de salud que garantice la vacunación universal de toda la población infantil y adulta, donde cada individuo tenga una cartilla de vacunación supervisada y actualizada.

Un sistema que garantice que a todo niño se le respete el derecho a ser amamantado al menos en sus primeros seis meses de vida. Con jóvenes trabajando 24 horas en nuestras maternidades donde nacen cientos de miles de niños y que la mayoría sale con un biberón en su boca.

Poniendo nuestros esfuerzos en estos y otros aspectos primarios de salud, ahorraremos miles de millones de pesos que serían reinvertidos en ese mismo sistema de salud, que hace muchas décadas debimos haber implementado, pero que nunca será tarde para iniciarlo. Y, los hospitales grandes y complejos, los de tercer nivel, los de equipos sofisticados, solo atenderían los casos que ameriten una atención más especializada.

Necesitamos un sistema de salud pública racional y fuerte, regido por la autoridad, no por organizaciones particulares, para quienes el médico no es tal, sino un “prestador de servicios”, que son los que deciden quién va o no a ejercer la medicina, a quién le asignan un código y qué medicamento o dispositivo va su “prestador de servicios” a recetar. Que siempre será el más barato y el que menos garantía ofrece.

El autor es pediatra. Puede hacer sus preguntas

por email a marcosdiazguillen@gmail.com

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