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Pobreza
Pobreza

Una mirada a una familia que pierde la visión por glaucoma

Niña de siete años requiere operación cuesta RD$200,280

Viven alquilados y les ayudan a pagar algunos vecinos

Pobreza, enfermedad y falta de un techo es una trilogía que envuelve a una familia de cinco miembros del barrio Brisa del Este en Sabana Perdida, algunos de los cuales ya perdieron la visión y otros están en proceso, incluida una niña de siete años, por causa de un glaucoma hereditario.

Se trata de un drama en el que impera la impotencia, el dolor, la incertidumbre, el desasosiego y la esperanza parece desvanecerse, se va apagando poco a poco al ritmo de la propia enfermedad incurable en su estado avanzado como está ya Rosanna Francisca Parra madre de dos niños y un adolescente.

Con la mirada perdida de sus crecidos ojos grises por la enfermedad, Rosanna, de 30 años, parece estar tranquila, pero por dentro la tristeza le embarga, sobre todo por su niña de siete años que ya ha comenzado a perder la visión y no quiere que llegue a su situación de perder el sentido de la visión y que para detener el avance de la enfermedad se requiere de una intervención quirúrgica que tiene un costo de RD$200,280.

Ella rueda a almas bondadosas que les ayuden a evitar que su niña quede ciega como le ocurrió a ella hace 15 años: “La situación es muy difícil, no tenemos recursos para operar a la niña, esa es mi mayor preocupación, tampoco tenemos una casa, no tenemos a nadie”, dice de manera desconsolada.

Su hijo mayor de 17 años está casi ciego, a pesar de que fue operado de la enfermedad, eso le impide estudiar y trabajar, su padre murió de COVID y el progenitor de la niña y otro varón de 9 años los abandonó hace mucho tiempo. El chiquito parece ser el único que no tiene glaucoma, o por lo menos eso se cree porque no se le ha hecho estudios.

El niño se dedica a recoger basura en el barrio para llevar algo de comer a la casa y en ocasiones lo buscan para cargar materiales de construcción como arena. Es él y su abuela materna, Lourdes María Parra o que buscan para la comida, pero la mayor parte del tiempo viven por la caridad de los vecinos.

Al hablar con la abuela en una estrecha cocina, un caldero tapado con arroz y en el otro con un poco de salami guisado es lo que hay para ese día, gracias a que algunas personas le regalaron algo. La niña desde temprano quería sancocho, pero los chelitos no alcanzaban.

El calor es infernal en la estrecha casita techada de zinc por la que pagan RD$3,000 que cumplen porque se hace recolecta entre vecinos y en ocasiones alguien le paga un mes. Un abanico donado por una vecina es lo único que parece moverse para aliviar el sofocante calor.

Doña Lourdes María solo tiene dos anhelos: conseguir el dinero de operar a su nieta y un techo para la familia, pues si no tuviera ese peso tan grande en su cabeza, la vida de sus familias le sería mejor, pese a la irreversible enfermedad de su familia.

“Esta situación es crítica, usted sabe cómo está la cosa, mantener una casa no es fácil, uno sin trabajo a veces los dejos solos y salgo por ahí a ver si consigo una libra de arroz, vengo y le hago algo, los dejo y vuelvo y salgo. Aquí no hay hombre, de los chiquitos los abandonó y el del grande murió de COVID...yo le pido al presidente Luis Abinader, a la primera a dama a quien sea, que por favor me ayuden con la operación de la niña y a conseguir una casita”.

Cuenta que cuando se acercan los días 15 que se paga la casa, no puede dormir y de una vez viene el dolor de cabeza, es entonces cuando algunos vecinos reúnen para ayudarla a completar el pago del alquiler.

“Agradezco a Dios y a los que me han traído alimentos, yo estoy luchando por la operación de la niña y pido un techo se me hace difícil pagar esta casa, los vecinos me ayudan a pagar tres mil pesos ellos recolectan”, dijo.

Agradece el apoyo que recibe y destaca el de una profesora que tiene una sala de tarea que veía que su nieto de nueve años se quedaba mirando a los demás niños cuando recibían enseñanza y le dijo que le llevara el niño para también ayudarlo sin ningún costo.

El caso de esa familia se conoce por iniciativa de una vecina y comadre de Rosanna, la señora Mireya Quezada Rodríguez que expuso el caso en los medios de comunicación.

Quienes se interesen en ayudar a esta familia lo pueden hacer por medio de la cuenta del Banco de Reservas 160530800, a nombre de la vecina Mireya o llamadora al teléfono 829 942-7093.

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Licenciado en Comunicación Social por la universidad O&M. Ha ejercido el periodismo desde 1988 en radio, televisión y periódicos.