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Robótica, genética y agricultura espacial, claves en lucha contra el hambre

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Robótica, genética y agricultura espacial, claves en lucha contra el hambre
Fotografía sin fecha específica, cedida por Bayer de Cecilia Wilson, científica de laboratorio de patología vegetal en la división de ciencia de cultivos de Bayer, mientras examina plantas de fresa. (EFE)

HOLANDA. La ciudad holandesa de Wageningen, en la orilla norte del río Rin, acoge ambiciosos proyectos para combatir el hambre y el desperdicio de alimentos en el mundo mediante la tecnología, desde robots hasta edición genética.

De esos proyectos forman parte organizaciones públicas y privadas, agricultores, expertos y jóvenes investigadores, muchos de ellos presentes esta semana en la localidad alemana de Düsseldorf y en Wageningen para abordar los retos de la seguridad alimentaria y la agricultura en un foro organizado por la firma Bayer.

“Se trata de potenciar la producción para tener mejores cultivos con menos enfermedades, cerrar las brechas de rendimiento e impulsar el consumo sostenible”, explicó Arthur Mol, rector de la Universidad de Wageningen, destacada mundialmente en el área de la agricultura y la nutrición.

La ONU alertó la semana pasada de que el hambre creció en 2017 por tercer año consecutivo, hasta afectar a 821 millones de personas en todo el mundo, mientras que el desperdicio anual de alimentos alcanza los 1.300 millones de toneladas, de los que 127 millones corresponden a Latinoamérica.

Para los investigadores de Wageningen, en los países con ingresos medios o altos los consumidores son los principales responsables de ese despilfarro, pero en las regiones con ingresos más bajos, donde el almacenamiento y la distribución de los productos es deficiente, las mayores pérdidas ocurren poco después de la cosecha.

Mol instó a evaluar opciones en “consumo sostenible, nutrición saludable, cadenas de suministro y sistemas de producción climáticamente inteligentes para combatir esos problemas”, al referirse al plan “Hambre cero”, que busca obtener “dos veces más con dos veces menos” y en el que cuentan con socios en más de 100 países en el mundo.

Organizaciones científicas y tecnológicas se han centrado en el “big data” (análisis de datos para tomar decisiones) sobre el clima, las condiciones del campo y la salud de los cultivos para ayudar a los agricultores a optimizar las cosechas y evitar el desperdicio.

Daniel Koppel, directivo de Prospera, una compañía israelí de datos de tecnología agrícola, resaltó las posibilidades de la digitalización en el cultivo y la cadena de producción.

Los campesinos “estaban acostumbrados a tomar decisiones basadas en su instinto” pero ahora pueden consultar información, incluso desde un sencillo teléfono móvil, y “mirar la interacción de variables, como el clima, la calidad del suelo, las amenazas de las plagas” y establecer, por ejemplo, cuánta agua o fertilizante se necesita, en qué punto y en qué momento.

La tecnología ha llevado incluso a considerar las técnicas espaciales para aplicarlas en zonas con condiciones difíciles para el cultivo y usar la edición genética para el control de plagas.

Connor Kiselchuk, miembro del equipo de cultivos espaciales de la NASA, citó el potencial de un proyecto para producir alimentos en condiciones extremas que ha sido probado en Antártida y en el que se intenta simular cómo podrían crecer plantas en la luna o en Marte.

En el proyecto, basado en la hidroponía (cultivo de plantas en agua) e impulsado por el Centro Aeroespacial Alemán, lograron cultivar lechuga, tomates, pepinos, pimientos y rábanos en un ambiente estéril y sin luz, lo que abre la posibilidad para su aplicación también en zonas como las desérticas.

El microbiólogo holandés John van der Oost considera que esa es una de las áreas más prometedoras para la agricultura junto con la de la “tecnología de edición genética”.

El experto se refirió a la denominada CRISPR-Cas9, una técnica para “editar” el genoma de cualquier célula, que funciona como unas tijeras, que cortan segmentos ADN de una manera muy precisa y controlada, lo que al final permite modificar el producto.

En el caso de la agricultura ofrece la posibilidad de escoger las características de color, calidad y tamaño de una verdura, así como aumentar la producción y la resistencia a enfermedades o plagas.

Los científicos y labriegos reunidos en el foro “Diálogo sobre el Futuro de la Agricultura” destacaron que estas tecnologías ya se encuentran en mayor o menor medida en todo el mundo.

En Latinoamérica, los proyectos apoyados pro la universidad de Wageningen son más de un centenar e incluyen uno de gestión del agua en el sector cafetero colombiano mediante inteligencia climática.

También uno de conservación digital en el Pantanal brasileño; el uso de “big data “ para la gestión de áreas marinas protegidas en Ecuador; y el mapeo digital de suelos en la Pampa argentina.

“La innovación tiene un enorme potencial de sostenibilidad. No tengo ninguna duda de que cambiará la forma de aprovechar los recursos”, sostuvo Michael Stern, líder de Agricultura Digital de Bayer.

Por: Diana Marcela Tinjacá

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