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La expresión de los genes ayuda a forenses a determinar la hora de la muerte

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La expresión de los genes ayuda a forenses a determinar la hora de la muerte
Se deben tener en cuenta factores como la temperatura del ambiente en el que se encuentra el cadáver, la edad o, incluso, la causa del fallecimiento porque la expresión de los genes cambia con todos estos factore (SHUTTERSTOCK)

MADRID. Un equipo internacional de científicos ha demostrado que los cambios que se producen en la expresión genética de los tejidos cuando una persona muere podrían ayudar a determinar con “una precisión considerable” el tiempo transcurrido desde la muerte de una persona, el llamado intervalo “post mortem”.

Actualmente, las técnicas forenses solo tienen en cuenta los cambios fisiológicos que se producen en el organismo tras la muerte pero el trabajo, liderado por el genetista del español Centro de Regulación Genómica (CRG) Roderic Guigó y publicado en Nature Communications, sugiere que la expresión de los genes podría tener información adicional para los forenses.

El cuerpo humano tiene unos 20.000 genes y todas las células del organismo tienen los mismos, pero estos no funcionan igual en todas las partes del cuerpo: en cada tejido funcionan de manera distinta, es lo que se conoce como “expresión génica”.

“Se podría decir que el cuerpo humano tiene unas 20.000 bombillas, que corresponderían a los genes, que funcionan con intensidades distintas. Esto es lo que llamamos expresión de los genes, que es distinta en cada tejido”, explica Guigó en declaraciones a Efe.

Para estudiar los cambios específicos de cada tejido tras la muerte de una persona, Guigó y sus colaboradores analizaron los datos de secuenciación del ARN -la molécula que producen los genes- de más de 7.000 muestras de 36 tejidos diferentes de 540 individuos obtenidos de GTEx, un proyecto de biobanco que recoge muestras de tejido humano “post mortem”.

Al analizar estos tejidos, los investigadores vieron que la muerte no conduce a la muerte “inmediata” de las células, sino que, antes de apagarse por completo, las células registran cambios en la expresión de sus genes, y esos cambios varían de un tejido a otro.

“Parece lógico pensar que con la muerte las células se mueren y los genes dejan de funcionar pero ese patrón que globalmente es cierto, sigue un patrón específico en cada tejido, de modo que algunos genes se apagan antes y otros tardan más y algunos, incluso, no se apagan sino que se activan momentaneamente, aún más porque se produce una reacción activa de la expresión génica”, detalló Guigó.

Es decir, muchos genes cambian su expresión tras la muerte y de forma diferente en cada tejido.

“Esa información nos ayuda a comprender mejor la variación y también nos permite identificar los eventos de transcripción que se desencadenan tras la muerte en un organismo,“ añadió Pedro G.Ferreira, coautor del estudio e investigador del Instituto de Patología Molecular e Inmunología de la Universidad de Porto en Portugal.

Los investigadores creen que esta información podría ser utilizada en la medicina forense, si bien, advirtió Guigó, harán falta estudios mucho más exhaustivos.

Dichos estudios deben tener en cuenta otros factores como la temperatura del ambiente en el que se encuentra el cadáver, la edad o, incluso, la causa del fallecimiento porque la expresión de los genes cambia con todos estos factores: “todo tiene su reflejo en la genética”.

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