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El Clásico ilusiona como el torneo sacará al béisbol de sus fronteras

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El Clásico ilusiona como el torneo sacará al béisbol de sus fronteras
A la edición del 2017 del Clásico Mundial de Béisbol asistieron 305,282 fanáticos, más que en el 2013. (AP/ROBERT LEITER)

SANTO DOMINGO. Ya con cuatro días para cicatrizar y asimilar un resultado no deseado, la República Dominicana cerró el miércoles el capítulo IV Clásico Mundial de Béisbol con el quinto lugar y valorando más la hazaña de 2013, que le asegura otros cuatro años alardeando ser el único país que lo ha ganado invicto.

Guardando las enormes distancias de dos mundos diferentes, al ya popular fútbol para mediados del siglo pasado le tomó 20 años y en su cuarta edición de la Copa Mundial (Brasil 1950) llevar el millón de fanáticos. Una cifra simbólica que el intrascendente y desconocido béisbol en Europa, África y el polo sur de la tierra ha logrado en la cuarta versión de su torneo élite, puesto a andar hace 11 años.

Este evento fue creado a mediados de la década pasada con el fin de popularizar la disciplina más allá de sus mercados cautivos en Norteamérica, el Caribe, varios rincones de Asia y Australia cierra

Primera década con un balance que supera las expectativas

“Hemos tenidos concurrencias que no solo han roto récords, sino que dieron rienda suelta a una pasión que uno se queda pensando cuándo fue la última vez que tuvimos algo tan bueno”, dijo Rob Manfred, comisionado de las Grandes Ligas. “Realmente asombroso. Y lo mejor de todo, los juegos han sido increíbles, emocionantes. Nuestros jugadores, en su mejor nivel, combinado con una pequeña dosis de nacionalismo. Esto ha sido algo tremendo”.

La concurrida asistencia (29,864 por juego) es solo una muestra del interés que generó el torneo. Los derechos televisivos fueron comprados en países fuera del mapa del béisbol como Chipre, Nueva Zelanda, Grecia, Turquía, Malta, Filipinas, otro punto a resaltar a la hora de pasar balance.

El partido final entre boricuas y estadounidenses atrajo a 2,3 millones de televidentes en MLB Network (en Estados Unidos) convirtiéndose en el segundo juego de mayor audiencia en la historia del canal de la liga. Solo el choque Cachorros vs Gigantes de la Serie de Campeonato de 2016 ha sido más visto en esa cadena.

Las fases disputadas en Tokio, Miami y Guadalajara comprobaron el arrastre que tiene el torneo aun cuando el equipo de casa no juega. Unos 43,153 aficionados compraron boletas para el Israel-Cuba en la capital japonesa, otros 39,102 asistieron al Cuba-China y 40,680 al Holanda-Cuba.

El Clásico no se juega en la etapa que los peloteros están al tope de forma, pero los bigleaguers cada vez lo asimilan más. Que los tres campeones sean los dueños de las dos principales ligas y el gran

Necesidad de recursos humanos de primer nivel

“Creo que, por lo menos, quizás hemos podido poner al Clásico en el mapa para Estados Unidos como nunca antes”, dijo Jim Leyland, el dirigente campeón. “Creo que en el futuro, mucho de los jugadores que pudieron ver lo ocurrido aquí estarán un poco más entusiasmados en participar en este torneo”. La audiencia en inglés en Estados Unidos creció un 32% con relación a 2013.

Tony Clark, jefe del sindicato de jugadores, también bendijo el certamen. “La oportunidad de lucir el nombre del país en tu pecho es algo singular, particularmente si es una experiencia inédita”, dijo Clark.

Balance

Venezuela (2-4), igual de rica en béisbol como en petróleo, fue una decepción que requirió la épica para sobrevivir una etapa. Una Cuba (2-4) diezmada con el éxodo de su rica hacia las Grandes Ligas tuvo su peor desempeño. Holanda (4-3), nutrida de sus colonias caribeñas, volvió a quedarse a outs de avanzar a la final, pero tiene un futuro sin techo.

Israel (4-2), con un solo jugador en su plantel nacido en la tierra de Jesucristo, fue la revelación del torneo, dejando fuera en primera ronda a otra gran decepción como Corea del Sur (1-2). Colombia (1-2) pulseó con Estados Unidos y República Dominicana, que necesitaron de entradas extras para vencerla.

México (1-2) y Canadá (0-3) tampoco cumplieron. El bicampeón Japón (6-1) fue el mejor anfitrión que un error en la antesala lo sacó de su tercera final.

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