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Pobreza
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La vida cuando falta todo

Retos presentes y futuros de la República Dominicana

SANTO DOMINGO. -Las Latas y Las Lechugas, en el sector La Barquita de Santo Domingo existen para recoger todos los retos del presente y futuro que enfrenta la República Dominicana. Desnutrición y desempleo. Analfabetismo y hacinamiento. Déficit habitacional y microtráfico. Niños y adultos indocumentados. Basura y contaminación. Ancianos abandonados con los nietos a su cargo. Absentismo escolar… ¿Cómo se vive, qué se piensa del mañana cuando se carece de todo?


Esta es la vida, un día cualquiera, en estos barrios, que pueden ser referencia de la realidad de casi un millón de dominicanos en la
pobreza más severa.


En una estrecha vivienda de unos 25 metros cuadrados, levantada de hojas de cinc y con piso rústico semidestruido, reside María Feliz Ferreira, de 49 años, su esposo Carlos Feliz Vargas y sus cinco hijos, a poco más de 100 metros de distancia del río Ozama.



En total, María tiene siete hijos que le han sobrevivido y ninguno posee acta de nacimiento. Los dos mayores, de 25 y 23 años, ya no viven con ella. Tres de los menores, de 8, 12 y 15 años, aún están en primero de básica en una escuelita de una vecina, la que les enseña a leer y escribir.

La que está adelantada en los estudios, en comparación con sus hermanos, es una adolescente de 15, quien abandonó la escuela en quinto grado, por falta de documentos de identidad personal y porque quedó embarazada recientemente. El retoño del hogar tiene siete meses.



A María cuatro niños se le murieron pequeños: Unas gemelas fallecieron a los dos días de nacer. Otra niña se le murió de dos años porque, según la madre, comía tierra, y una bebé, de cuatro meses, también falleció porque casi no evacuaba.

La adolescente de 15 años se llama Dahiana. Es muy delgada y tiene el cuerpo de una niña de 12. Carlos, de 8, y José, de 12años, también son muy flacos y sus barrigas sobresalen a sus contexturas físicas. Todos regularmente están descalzos, los varones solo con pantalones largos pequeños para su edad y rotos por el uso.



Dahiana dejó recientemente los estudios porque se cansa con facilidad y le duele mucho la cabeza cuando se esfuerza, debido a que es falcémica y tiene soplo en el corazón.

Como tratamiento debe tomar complejo B y ácido fólico con las tres principales comidas del día. Regularmente en este hogar no hay dinero para el desayuno y tampoco para la cena. Cuando es así, Dahiana solo toma la medicina en hora de almuerzo.

A María se le han tomado los datos en varias ocasiones para ser incluida en el programa de Solidaridad, pero indica que no ha tenido la suerte de ser beneficiada con la ayuda.

Un millón de indigentes... y la desigualdad no mengua

Esta familia, con toda la desdicha que puede acarrear la pobreza extrema, forma parte de casi el millón de personas, 10.4% del total de la población, que vive en total indigencia, según la nueva cifra dada a conocer recientemente por el Gobierno en coordinación con organismos internacionales.

La pobreza extrema en el país en 2011- con los datos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BM-BID)- es de 9.1% y los pobres en general, 33%; con los de la de CEPAL, es de 15.1% y 43.6%, mientras que con el nuevo método de medición presentado por el Ministerio de Economía a final de julio de este año, la incidencia se sitúa en 10.4% y 40.8%, respectivamente.



El porcentaje del 40.8 por ciento representa casi cuatro millones de personas del total de la población, cuantificada en 9, 445,281. Tienen serias dificultades para cubrirse sus necesidades básicas de alimentación, salud y educación.

El país ha tenido importantes avances desde el 2006 en la reducción de los niveles de pobreza y así muestran los números anteriores al compararse con los del segundo semestre de 2004, cuando se registró un 15.8% de pobreza extrema y 49.8 por ciento la general.

Sin embargo, continúan iguales o más altos que los dados a conocer en el 2002, de 9.5% de indigentes y 33.2% de pobres en general, un año antes de la crisis bancaria que empeoró la calidad de vida de los más desposeídos y sumió en ese estado a 1.5 millones más de dominicanos.

Así el panorama, los compromisos asumidos por el país en la Declaración del Milenio, en el año 2000, junto a otras 147 naciones, para disminuir a la mitad la cantidad de personas en condiciones infrahumanas para el 2015, no serán cumplidos, a pesar de ser República Dominicana uno de los países del área con mayor crecimiento económico de América Latina y del Caribe en los últimos ocho años.

La economía dominicana creció en el 2011, 4.5%; en el 2010 7.8%; en el 2009, 3.5% y en el 2008, 5.3%. En el 2007 el Banco Central informó que por "tercer año consecutivo" se exhibió un crecimiento sólido de 8.7%.

"Para el 2015 se proyectó una tasa de pobreza extrema de 7.4%, superior a la meta de los ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) de 5.4%, que sería la equivalente a la mitad de la tasa del año 1992", indica en su informe de 2010 el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) sobre República Dominicana.

El Gobierno refiere que la meta podría cumplirse en el 2020 con la aplicación del Plan Estratégico de Desarrollo que busca aplicar hasta 2030.



El PNUD sostiene, asimismo, en su Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2011, que el país aumentó su índice en el mejoramiento de la calidad de vida de sus ciudadanos, de 0.686 a 0.689 entre 2010 y 2011, por lo que figura entre las naciones con IDH medio. No obstante, explica que cuando se ajusta ese avance en materia de desigualdad pierde nueve posiciones por las inequidades de ingreso y educación.

Foco de contaminación en La Barquita

Las 1,120 familias que habitan los barrios Las Latas y Las Lechugas a la orilla del río Ozama, las zonas más vulnerables del sector La Barquita, entre el municipio Norte y Este de la provincia Santo Domingo, viven permanentemente rodeadas de cañadas con aguas residuales que fluyen por los frentes o por otro lado muy próximo a sus viviendas.

En todo el sector, incluyendo el barrio Puerto Rico, contiguo a La Barquita y con las mismas condiciones de insalubridad, riesgo a enfermedades y a inundaciones cuando llueve por más de 24 horas, hay un total de 3,510 familias, según el último censo de la Asociación Tú Mujer, de febrero de este año.



Muchos hogares no poseen baños, por lo que los excrementos son descargados directamente al río y las cargas de los que cuentan con séptico, también van a parar al acuífero a través de cortas tuberías

Algunos residentes optan por quemar los desechos sólidos, con la idea de que así se contamina menos el ambiente; otros los colocan en espacios a orillas del río.

Estela Cueva, de 65 años de edad, quien junto a sus tres hijos vivía a menos de 10 metros del Ozama y en casas individuales, se vio obligada a mudarse un poco más distante, pero aún muy cerca del río, porque las tres casas fueron arrastradas en la tormenta Noé en noviembre de 2007.

Cueva, quien llegó a Las Lechugas desde Barahona hace 18 años, expuso con la mayor naturalidad a Diariolibre.com que no posee baño y que lanzan las heces directamente al Ozama, porque, arguye, no es posible hacer séptico en esa zona, debido a que a la menor profundidad de una excavación se halla parte del río.

A quien no viva en esos barrios, por seguridad, se le aconseja no penetrar, a menos que sea en compañía de un residente, por el nivel de delincuentes que allí se esconden: los estrechos callejones impiden el acceso de vehículos a menos que sean motocicletas.



Adultos desempleados y adolescentes ociosos

En las Latas y Las Lechugas y en todo el sector de La Barquita el desempleo parece ser la principal plaga que origina infortunio a las familias, la mayoría sin ningún tipo de instrucción y en peores casos, analfabetas.

Como Carlos Feliz Vargas, el esposo de María, la mayoría de los adultos no tienen empleo fijo y sobreviven de lo que le pueda deparar el día a día. Su hijastro, José Manuel, de 23 años, también es chiripero. Trabajaba en Medio Ambiente desyerbando, pero fue cancelado.

Feliz Vargas "se la busca" vendiendo aluminio y con lo que produce con ese "oficio" sobrevive su familia, más 500 pesos que cobra María a una vecina por el cuidado de una niña de dos años.

Sinencio Vásquez, esposo de Sonia Hernández, otra residente en Las Lechugas, mantiene su familia botando basura en un triciclo. Residen en el sector desde hace once años. Tienen un niño de 2 años de edad, quien, al igual que su madre, tampoco está declarado.

La familia se ayuda en los gastos con una tarjeta del programa Solidaridad por la cual recibe RD$700 en comida y el bonogás (dos galones de gas propano mensualmente). Sonia tiene 38 años y está aprendiendo a leer.



Geancarlo Cuevas, de 22 años de edad, es desempleado, pero por lo menos concluyó el bachiller. El joven también trabajaba en Medio Ambiente, limpiando las malezas y las hierbas, pero fue suspendido hace unos meses.

Todos engrosan la lista del 57% de la ocupación inestable e insegura que hay en el país. Los más jóvenes integran el grupo del 34% de desempleados con edades entre 15 a 24 años, revelada por el Ministerio de Trabajo en noviembre de 2011.

El joven Jefrey Martínez, de 16 años, se pasa el día "de aquí para allá" y viceversa. Abandonó los estudios en cuarto de primaria hace dos años, después de que la nota que lo promovía de curso fue arrastrada por el agua que inundó la vivienda donde reside con sus padres.



Dice que su progenitor, que trabajaba como seguridad en una discoteca, está ahora mismo desempleado. Su madre se desempeña como cocinera en la Maternidad de Los Mina.

El caso de Jefrey alimenta la problemática de la alta deserción escolar en el país que ronda el 50% en liceos y otros centros de educación media, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en julio de 2011.

También, en su informe sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el PNUD destaca los logros de República Dominicana en cobertura y matriculación en la enseñanza de primaria, por encima del 90% y una tasa de alfabetización de 96.9%, en personas de entre 15 y 24 años, pero aclara que "estos logros se ven matizados por la deserción escolar y por baja calidad de la enseñanza".

Michael Brito, de 13 años, es otro adolescente que muestra la situación juvenil en Las Latas y Las Lechugas; según su abuela Catalina Brito, aún no sabe leer.



La madre de Michael lo abandonó y su padre es carretero y no colabora en su manutención. Catalina, de 80 años, comparte su casa, ubicada en una altura en Las Latas que impide que se inunde, también con su hijo Bernardo Brito, quien no es el padre de Michael.

Bernardo ocupa una división de la vivienda y para subsistir carga galones de agua de 18.9 litros, por 10 y 15 pesos a sus vecinos. Tiene 40 años y sufre de fuertes dolores en la cabeza y en el estómago, malestares que atribuye a las muchas horas sin desayunar.

En todo el sector de La Barquita solo existe la Escuela Básica Margarita Naseau, con capacidad para 301 estudiantes. También funciona una escuela laboral y para recreación de los jóvenes solo una pequeña cancha.

La vida de Catalina

Catalina posee como mobiliario un viejo sofá y una silla plástica. También una cama donde duerme con su nieto. Como se hace en otros hogares del sector, Catalina cuece sus alimentos con leña y carbón, con un fogón hecho de barro y tierra. María, la de la primera historia posee un anafe de hoja de lata.



Con su enclenque figura, Catalina explica con gestos manuales que lo único que le han indicado los médicos para curar una severa anemia que tiene es "comer" y tomar mucha leche, pero a esa sugerencia de los expertos de la medicina responde: "Imagínate tú, leche es que no hay"

"Ayer -agrega- me acosté yo sin comer. Amanecí nerviosa".

Cuando se le pregunta si el padre del adolescente no la ayuda económicamente... se ríe burlonamente.

"Me maté mi vida. Yo tuve nueve muchachos y esos nueve muchachos fue trabajando en casa de familia como una loca para hacer este rancho porque esto lo compré yo. Nada más hay dos (hijas) que cuando tienen me dan".

Afirma que compró la vivienda en RD$40 poco después del ciclón David, en 1979. Las dos hijas que la ayudan, le llevan una compra semanal que, afirma, solo le dura tres días.

La vida de Francisca Rosario

Doña Francisca Rosario tiene 48 años de edad y vive a unos 50 metros del río, con su esposo José Antonio Fenelón y sus tres hijos adolescentes, el más pequeño de 14 años. A pesar de las dificultades económicas de la familia, sus vástagos han podido adelantar en los estudios y están en los niveles que le corresponde a su edad. Los tres están en bachiller.

Fenelón conduce un bote de Medio Ambiente por el que recibe entre seis y siete mil pesos mensuales. Como sus vecinos, han aprendido a vivir con el desasosiego, después de 20 años residiendo en Las Lechugas. Dicen que nunca se ha muerto alguien por ahogamiento, a pesar de sus cercanías al río, porque siempre están muy atentos al dormir con "un ojo abierto y otro cerrado".



Francisca asegura conocer bien el río, lo que le ha permitido saber con anticipación cuando crecerá. Si así ocurre se alojan con todos sus ajuares donde amigos y familiares y evitan a toda costa ir a refugios habilitados por el gobierno.

"Se pasa mucho trabajo en un refugio" y agrega que hay muchos que han contraído enfermedades en esos centros. Dice que aunque algunas familias han sido beneficiadas con viviendas después de permanecer meses alojadas en algún lugar del gobierno, la mayoría tiene que retornar a sus antiguos ranchos.

"Yo pienso que nosotros tenemos que poner de nuestra parte para salir de aquí", sentencia. El último informe del PNUD sitúa el déficit habitacional en República Dominicana en 1,096,000 viviendas.

El esfuerzo de Francia

Francia Moquete, coordinadora general de la Organización Tu Mujer, tiene casi 25 años viviendo en La Barquita, los primeros de ellos en Las Lechugas. Cuenta que su primera niña falleció de vómito y diarrea a los dos años de edad, igual que decenas de otros bebés del sector, en la década de los 90, por la contaminación y mal nutrición.

Recuerda que semanalmente fallecían de tres a cinco niños y que ella y las demás familias atribuían las muertes a las brujas.

Moquete da validez a los reportes que indican que la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años por enfermedades fácilmente prevenibles disminuyó durante el período 1988-2007 casi un 40%, según los datos de la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud (ENDESA). La mortalidad por cada 1,000 niños nacidos vivos pasó de 59.5 (1988) a 36 en 2007, lo que significó una caída de 39.5%, refiere.

En julio de este 2012, la Sociedad Dominicana de Pediatría la situó en un 26.9%, mientras que el informe de los ODM en el 2010, para el período 2005-2009, era de 28 menores de un año por cada mil nacidos vivos.

Aún con la tendencia a la baja, "la proporción de niños y niñas menores de 5 años que mueren por causas evitables en el país continúa en un nivel muy superior al promedio de la región", que es de 23 por cada 1,000 nacidos, indica el PNUD.



Prevé que para el 2015 la tasa de mortalidad infantil se reduciría a 24.2 por mil, "lo que significa que no se lograría la meta ODM establecida, de 21.7". Otro informe, el del Estado de la Población Mundial, ofrecido en 2011, ubica la tasa de mortalidad infantil en 31.9 por cada mil

Moquete, quien tiene 39 años de edad y llegó a La Barquita desde Dajabón, explica que a pesar de la situación de extrema pobreza y contaminación que aún persisten e ese sector, ahora hay más conciencia entre sus habitantes, lo que ha reducido los decesos de menores.

"Ahora es un paraíso", dice. Antes los residentes de La Barquita vivían con la basura esparcida y descompuesta por los callejones, y por lo menos ahora la empacan en fundas plásticas, aunque la lanzan al río o la queman, que admite todavía está mal.

Como otras personas entrevistadas, se lamenta que en Medio Ambiente no haya continuado Jaime David Fernández Mirabal, quien tenía un programa de retirar los desechos de Las Latas y Las Lechugas en los botes que posee esa institución gubernamental.

Con un equipo de 30 promotoras, Tú Mujer trabaja diariamente, visitando casa por casa todas las familias del barrio para orientarla en materia de salud y educación.

Moquete fue reclutada y preparada, como las demás promotoras, cuando cursaba el quinto curso de primaria. En este año se gradúa de psicóloga clínica, junto a sus hijos Ramón Antonio, de 23 años, y Juniar Ninoska Hernández, de 22, quienes recibirán los títulos de Ingeniería Industrial y Sistemas, respectivamente.

A principio de mes, mientras Francia y otras promotoras revisaban las fichas de los trabajos que realizan en Tú Mujer, se percataron de que en todo el sector ya hay 68 jóvenes que están en bachiller y 37 estudian en la universidad, lo que fue motivo de regocijo y satisfacción para ellas, porque varios años atrás no había un solo en estudios superiores. El total de habitantes en todo el sector de La Barquita es de 5,327 personas.

En plena zona urbana

La descripción de las condiciones de vida de la mayoría de los residentes en este sector, en plena zona urbana, muestra la verdadera injusticia social que existe en el país y que aleja, sobremanera, a gran parte de la población de una vida plena y saludable.

Habrá que preguntarse qué tan tétrico puede ser en las zonas rurales pertenecientes a las regiones identificadas como las más pobres, que son las regiones El Valle (Elías Piña y San Juan de la Maguana), Enriquillo (provincias Independencia, Bahoruco, Barahona y Pedernales) y el Noroeste (Dajabón Montecristi, Santiago Rodríguez y Valverde), según el Ministerio de Economía, y que quedaría para un próximo trabajo.


 

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