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Agropecuaria “sorprendida”

Las visitas sorpresa del presidente Medina deben incluir otros blancos. El vencimiento de los plazos bajo el DR-Cafta da una idea de dónde apuntar

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Agropecuaria “sorprendida”
El mandatario dominicano durante una de sus visitas sorpresa. (FUENTE EXTERNA)

Las “visitas sorpresa” del presidente Medina al campo dominicano le han granjeado grandes simpatías. Ellas le crearon la imagen de un presidente cercano a su pueblo, interesado en mejorar las condiciones de vida del segmento pobre de la población. El éxito de las visitas fue reconocido por la FAO, observadores no partidaristas y, más recientemente, el electorado. Sin embargo, al concentrarse en estimular la producción para el consumo local solamente, esas visitas no confrontan algunos desafíos urgentes del sector agropecuario. En la actual coyuntura, parecería que una nueva ronda de visitas deberá también encarar los retos de la apertura comercial entre las sorpresas presidenciales.

Nuestra agropecuaria, un sector que representa el 6.4% del Producto Interno Bruto (PIB), todavía no es capaz de garantizar la seguridad alimentaria. Hemos sido también incapaces de convertirnos en “el granero del Caribe”, una aspiración de larga data. En general, los factores que han retrasado el crecimiento de la producción y su diversificación incluyen los bajos niveles de capitalización, el minifundio, la baja escolaridad, el limitado financiamiento a un sector con grandes riesgos climáticos y las atrasadas tecnologías en uso. Frente a la limitada competitividad internacional resultante, la apertura comercial en que se ha embarcado el país en las dos últimas décadas, aunque haya propiciado avances en la diversificación de la producción, resulta ya en un gran desafío que ensombrece su futuro en el mediano plazo.

Frente al crecimiento de la población y del consumo agropecuario local, el país comenzó a estimular la producción sectorial en 1997 con la llamada “Tasa Cero”. Con la medida se aplicaba un “arancel cero” a todas las importaciones de insumos, maquinarias y equipos del sector. Esto generó algunos importantes avances “en la expansión del uso de sistemas modernos de irrigación y técnicas de nivelación de terrenos, introducción de semillas de alto rendimiento, mejoría en los sistemas de empaque y conservación, y otras innovaciones para mejorar la productividad agropecuaria”. Pero la “tasa cero” no fue suficiente para dar el salto en materia de la competitividad internacional.

En 1998 el país tuvo que negociar, en el marco de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio, la llamada “Rectificación Técnica”. Este instrumento estableció, a manera de protección, un régimen de arancel-cuota para ocho productos agropecuarios sensibles: arroz, leche, cebolla, ajo, maíz, azúcar, habichuelas y carne de pollo. “El arancel base dentro de la cuota fue el vigente previo a la reforma arancelaria del 2001, pero fuera de la cuota el arancel oscilaría entre 43.4% (para el maíz) y 105.3% (para la carne de pollo) hasta el año 2004. La cuota base aumentaba a medida que transcurrían los años hasta llegar al 2005”.

Fue en el 2005 que el país firmó el DR-Cafta, el cual entró en vigencia dos años más tarde después de la ratificación congresual. Frente a este acuerdo, un análisis del Banco Mundial de ese año resumió así las vulnerabilidades de la agropecuaria: “(i) RD tiene ventajas comparativas en la producción de cultivos perennes (café, azúcar, cacao, plátanos y frutales), en hortalizas de alto valor e intensivas en trabajo, y en productos de origen animal específicos (leche); (ii) RD no tiene ventajas comparativas en cultivos con altos contenidos de insumos importados (arroz, ajo, habichuelas); y (iii) arroz, ajo y en menor medida habichuelas, son productos altamente protegidos, lo que repercute en precios internos muy altos.”

En un reciente artículo (HOY, 14/6/16), el economista Bernardo Vega nos alerta que los plazos de gracia para la protección de algunos rubros sensibles de nuestra agropecuaria se están agotando. “Ya el año pasado comenzó el período en que hemos tenido que reducir los aranceles y aumentar las cuotas de importación para el arroz, el producto básico de la dieta dominicana. Dentro de nueve años, en el 2025, el arroz norteamericano entrará libre de toda traba y Estados Unidos, además de ser un productor eficiente, subsidia su arroz”.

“Pero también comenzó el proceso de desgravación de los frijoles. Hoy está gravado con un 23% de arancel y sujeto a cuotas, pero todo esto desaparece dentro de cuatro años. La importación de cerdos y quesos será libre dentro de cuatro años y las papas entrarán libres el año que viene”.

El sector más seriamente amenazado es el del arroz, con una ingesta per cápita de 112 libras y unos 30,000 productores. Según algunos analistas, competir con el producto importado es imposible porque éste tiene un costo de la mitad del precio de venta local. “Hoy las cuotas progresivas están sobre 17,000 toneladas (807 furgones). Más impuestos declinantes hasta cero en el 2025... La “compaña” del arroz, las habichuelas, tienen hoy cuota de importación por 14,160 TM (643 furgones) por encima de esa asignación pagan 20%. Estarán en CERO en el 2020. Desde Nicaragua ya no pagan”.

Según la FAO, por otro lado, “el sector lechero familiar es uno de los motores de crecimiento y desarrollo económico más importante en las áreas rurales. Sin embargo, su bajo nivel de productividad y la poca calidad...hace que este subsector sea uno de los más amenazados en el proceso de apertura comercial”. “El crecimiento de la demanda de la gran industria nacional, hasta el momento satisfecha significativamente por medio de importaciones, presenta una oportunidad para aumentar y mejorar la producción y procesamiento de los lácteos, incentivando la generación de nuevos suplidores y el escalamiento de los existentes con base en una mejora de la calidad de la leche, ya que casi el 80% de la leche producida en las fincas no es apta para su procesamiento industrial”.

Un tercer renglón crítico respecto al DR-Cafta es el de los pollos. Se estima que la población consume 15 millones de pollos al mes y que unos 17,000 dominicanos viven del sector. Ya el pollo está libre de aranceles en lo que respecta a enteros y “burundangas”, pero los muslos largos, que no son favoritos de los dominicanos, están protegidos hasta el 2025. Las pechugas centroamericanas pagan un 10% de arancel, pero para el 2025 entrarán libremente.

Según un estudio reciente del Ministerio de Industria y Comercio, las exportaciones dominicanas de todo tipo hacia los EE.UU. bajo el DR-Cafta crecieron apenas un 0.09% en los diez años de su implementación. Aunque hubo una duplicación de las exportaciones en el rubro agrícola-agroindustrial, el aumento fue de solo US$437 millones en ese periodo. Actualmente, las exportaciones de frutas y vegetales no están todas liberadas de la veda que produjo la mosca del Mediterráneo y los trabas fitosanitarias impiden la exportación de carnes. En el caso del Acuerdo de Asociación Económica con la Unión Europea (EPA) firmado en el 2008, el país ha tenido un desempeño relativamente mejor, especialmente en los rubros del guineo y el cacao orgánicos y en el ron. Y en el tratado parcial con Panamá todavía no se aprovechan las oportunidades adecuadamente.

Queda claro por lo anterior que, si queremos lograr los objetivos de “elevar la productividad, competitividad y sostenibilidad ambiental y financiera de las cadenas agroproductivas, a fin de contribuir a la seguridad alimentaria, aprovechar el potencial exportador y generar empleo e ingresos para la población rural”, las visitas sorpresa del presidente Medina deben incluir otros blancos, en adición a los productores de rubros para el consumo local. El vencimiento de los plazos bajo el DR-Cafta da una idea de dónde apuntar, pero también se requiere vencer las vedas y restricciones a productos tales como las frutas, vegetales y carnes.

Es cierto que los productores de los rubros amenazados no son necesariamente los más necesitados de un auxilio presidencial y, en términos de equidad social, la urgencia se situaría con los pequeños productores del campo, quienes además significan más votos. Además, ahí están las agencias del Estado que trabajan con estos asuntos. Pero no cabe duda de que si los desafíos señalados más arriba no se afrontan con urgencia, las dislocaciones del aparato productivo en el sector agropecuario podrían causar estragos nacionales. Es preferible que se balanceen las visitas sorpresa para que no nos sorprenda la hecatombe agropecuaria.

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