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Finanzas para la tercera edad (2 de 2)

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Finanzas para la tercera edad (2 de 2) (ILUSTRACIÓN: RAMÓN L. SANDOVAL)

Toca ser valiente para pensar en la tercera edad y prepararse para ella. El hacerlo, incluso para algo tan banal como lo financiero, es un reconocimiento de nuestra humanidad y sobre todo de la mortalidad.

Si nos faltara ese coraje, esa capacidad de pensar en el futuro en la tercera edad con cierta frialdad y objetividad, lo único que se hace es delegar sobre seres queridos decisiones que, en definitiva, corresponden al envejeciente.

Delegar esas decisiones puede ser costoso para los involucrados, porque el conocimiento de la realidad financiera de quien se planifica para el futuro muchas veces no lo conocen sus allegados.

Hay ejemplos de cuán costoso, y destructivo, puede ser esa dejadez. Desde los miles de millones de pesos que permanecen abandonados en las bóvedas bancarias, seguros de vida no reclamados, propiedades inmobiliarias abandonadas y ni hablar de las litis sucesorales donde los únicos que terminan gananciosos son los abogados de quienes en otro momento eran hermanos.

Por ello, aunque luzca poco simpático, compartimos cinco decisiones finales que lo mejor es tomar desde ahora.

Organización de lo básico

Cuentas bancarias, de todo tipo. Contratos de préstamos. Pólizas de seguro. Títulos de propiedad. Certificados de depósito, de acciones o de títulos valores del mercado. Contratos de arrendamiento. Pagarés de préstamos o avances realizados a terceros o a relacionados. Todo aquello que constituya el patrimonio, tanto en cuanto a los activos como sobre las deudas o pasivos, de una persona debe quedar documentado para fines de organizarlo dentro de un gran expediente o carpeta financiera y legal.

Además de los legajos o documentos físicos, sería ideal dejar todo incluso a nivel de un archivo digital donde se consoliden todas estas informaciones.

Algo tan elemental como los números de cuentas bancarias, las ubicaciones de dichas cuentas, las direcciones “web” y la forma y los códigos para acceder a esas cuentas por la vía digital deben formar parte de ese expediente patrimonial.

¿Quién tendrá acceso a informaciones y documentaciones tan sensibles? De nuevo, quien se planifica es quien debe tomar esa decisión, idealmente a más de una persona de su absoluta confianza.

¿Es necesario un “testamento”?

Sin ser abogado, lo que puedo asegurar es que es necesario hablar con un abogado sobre el proceso de planificación para la tercera edad. En mi opinión, la conversación con el abogado o asesor legal es tan fundamental como la que se debe tener con la pareja y los sucesores.

Es limitado qué tanta discreción se tiene en cuanto a la partición patrimonial, pero lo ideal es tener una comprensión clara en cuanto a esa repartición y del cómo se realizará, según los activos y los pasivos con los que se cuente.

Quizás algunos de los herederos estén más abiertos a recibir activos inmobiliarios, mientras otros valoren más los bienes muebles o líquidos, pues necesitan de la renta que estos generan.

¿Por qué no tener en vida esa conversación, incluyendo el cómo se valorarán esos bienes, en vida, para dejar claridad y definición mientras todos están juntos?

Hay otras decisiones, en cuanto a últimos deseos sobre los órganos, nivel de apoyo médico sobre hasta dónde se desea recurrir y la disposición de ciertos bienes personales que también se pueden establecer en vida o incluso bajo el control de las facultades mentales.

Reitero: Estos últimos deseos o testamento deben realizarse bajo las formalidades y el rigor exigidos por la ley, siempre bajo la asesoría de su abogado de cabecera y de confianza absoluta.

De Alzheimer y la demencia

Las facultades mentales tienden a deteriorarse con el tiempo. Es parte de nuestra naturaleza que todavía la ciencia está tratando de descifrar y entender mejor.

No sabemos quiénes nos veremos afectados por la demencia, sea cual fuere la causa que nos lleve a ella. Tampoco conocemos en qué momento nos podría afectar, o la intensidad con que lo hará.

Ojalá que, como parte de nuestra organización para la tercera edad, identifiquemos las personas que monitorearan o supervisarán nuestro comportamiento, siempre con el auxilio del médico de cabecera o el experto en salud indicado.

Las decisiones más importantes, en cuanto a la disposición de ciertos activos, la firma de obligaciones o contratos de deuda o el movimiento de fondos a partir de ciertas magnitudes, bien podrían justificar la participación preventiva de personas de confianza.

Por ejemplo, en cuanto a la cuenta bancaria principal o la tarjeta de crédito del envejeciente, bien se podría habilitar la posibilidad que un allegado tenga acceso, como mínimo, a los estados de cuenta para identificar si hay algún tipo de movimiento o tendencia irregular.

Planteamos que se requiere valentía para asumir esta planificación. Precisamente, el reconocimiento de nuestras limitaciones es donde más se necesitará de ese coraje... y de esa humildad.

Los gastos fúnebres

Una de las decisiones más fáciles que se pueden tomar para organizar la última etapa de nuestra vida gira en torno a los gastos fúnebres. Existen muy buenas alternativas de seguro para estos fines, que no solo solventan lo que tiene que ver con la funeraria y el cementerio, sino que prestan el apoyo logístico en esos momentos tan difíciles para la familia.

Hacer como el avestruz e ignorar esos eventuales gastos, no solo hará del momento final uno particularmente costoso. También se hará más doloroso por la ausencia del servicio que brindan las aseguradoras en esos momentos.

Una conversación con su corredor de seguros, ahora que está en salud, es un obsequio de previsión que su familia agradecerá en los momentos tristes.

Un momento para todo en la vida...

Toca saber soltar. Valorar y revalorizar experiencias, relaciones y actividades que antes no apreciamos debidamente.

Quizás ya no tanto los hijos, pero de seguro que los nietos y, ojalá, hasta los bisnietos. Disfrutarlos y participar activamente en su crianza y en su educación.

Con los años, he aprendido que no hay mayor satisfacción en la vida que el ser testigo de los logros, las realizaciones y el crecimiento de nuestros hijos. Pienso que, en el caso de los abuelos o los bisabuelos, ese sentimiento debe ser mayor.

Lo dice la Biblia: Hay un momento para todo en la vida. Momentos para sembrar y para cosechar. Planificándose, siempre de la mano de nuestra pareja y familia, mi deseo es que ese tiempo de cosecha dure muchos años más, con paz y salud.

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