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Por una banca ética y virtuosa

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Por una banca ética y virtuosa

Por Alejandro Fernández W.

Analista financiero

Pasó sin pena y sin gloria el pasado 13 de mayo, el quincuagésimo aniversario del famoso “destape” palaciego con el que se inició nuestra gran crisis bancaria del 2003. Ni en las redes sociales ni en las páginas de opinión o noticias de nuestros periódicos se pasó balance a lo ocurrido desde aquella ruptura en la historia financiera dominicana.

De la misma forma, este mes marca los diez años de la explosión de la burbuja hipotecaria de Estados Unidos y el resto del mundo desarrollado, que incluso arropó la economía dominicana que, al juzgar por el nivel de endeudamiento público que hemos acumulado desde entonces, no estaba tan blindado como los más optimistas nos aseguraban.

La pregunta, para mí y para muchos otros analistas del mercado bancario y financiero es: ¿Qué tanto ha cambiado la banca, sus banqueros y su relación con los clientes bancarios, a partir de aquellas históricas disrupciones que hemos tenido el privilegio de vivir y sobrevivir?

Como alternativa al modelo bancario tradicional, en muchas partes (pero sobre todo en Europa, como en países como Holanda, Reino Unido, España, Dinamarca y Alemania) ha venido desarrollándose el concepto de una “banca ética” o “con valores” que va más allá del simple modelo de “responsabilidad social” a una banca donde pondríamos “nuestro dinero donde están nuestros valores”, como afirmara el catalán Joan Antoni Melé.

Como un aporte de lo que significa una banca ética, sintetizamos hoy dos códigos de ética bancaria que han generado adeptos institucionales en el mercado financiero tanto en España como en el Reino Unido.

Hoy no pretendo contrastar estos modelos, mejores prácticas o “deber ser” con la realidad de la banca dominicana, pero es mi esperanza que, planteándolos como principios básicos, la banca y sus banqueros puedan verse en el espejo y reflexionar sobre dónde estamos ahora y cuánto hemos avanzado desde el 2003.

El modelo español

Para Fernando Zunzunegui, jurista de la Universidad Carlos III, “el actual modelo de banca basado en el corto plazo, y en la venta de productos con el fin de aumentar las remuneraciones y maximizar los beneficios es insostenible”.

¿Qué propone don Fernando? Una especie de decálogo o juramento hipocrático bancario, que contemple los siguientes diez conceptos:

Responsabilidad social. La banca debe contribuir al progreso social y económico canalizando el ahorro hacia la inversión productiva. Financiar el consumo debe ser secundario al crédito a los sectores productivos, que se entienden como los reales creadores de riqueza y sostenibilidad.

Conflictos de interés. El cliente, su bienestar y salud financiera, viene primero, incluso antes que el banco. Si hay duda o conflicto de esto, se impone el cliente.

Juramento hipocrático. Para asegurar lo anterior, los profesionales de la banca deben prometer defender y no dañar el interés del cliente.

Buen gobierno. La ética debe ocupar el centro del negocio bancario. Todos en la banca deberán jugar su rol para que esto sea así, desde los accionistas en la asamblea, en la elección de los directorios, los mismos directores, sus auditores externos y, por supuesto, la alta gerencia y los empleados bancarios.

Asesoramiento de cabecera. La oferta de productos complejos o de alto riesgo debe contar con asesoramiento independiente. Así, por ejemplo, no le corresponde a un empleado bancario vender una tarjeta de crédito cuyos intereses no sabe calcular (muchos menos explicar) o proponer invertir en un fondo de inversión cerrado de alto riesgo cuando el empleado bancario ni siquiera sabe lo que es un fondo de inversión.

Concentración bancaria. No deben existir bancos demasiado grandes para caer. Al final, dejan de ser bancos privados sino cuasi-públicos, pues la disciplina que el mercado les pudiese imponer es limitada por la importancia sistémica que presentan a toda la economía.

Pluralismo institucional. La diversidad de modelos bancarios, incluidas las entidades mutuales (como las asociaciones de ahorros y préstamos) y las cooperativas de ahorro y crédito, debe valorarse como algo positivo.

Financiación alternativa. El modelo bancario tradicional no es el único. La tecnología permite mecanismos como el “crowdfunding” o el financiamiento colectivo o directo que bien puede servir de canal alternativo al bancario.

Servicios de reclamaciones. Deben existir sistemas efectivos de resolución de conflictos entre la banca y sus clientes, con reales consecuencias (es decir, sanciones) para las entidades que recurrentemente incumplen su promesa de calidad o servicio y con la suficiente transparencia para poder diferenciar los buenos proveedores de los malos.

Educación financiera. Si la educación financiera se fuera a impartir en los colegios, esto debe hacerse al margen de la industria bancaria, para evitar posibles conflictos de interés o pretensiones de que se está “adoctrinando” a los párvulos que todavía carecen de la sabiduría para distinguir entre lo educativo y lo comercial.

En el Reino Unido ya se había popularizado el modelo de la “banca virtuosa”, impulsado por la organización ResPublica (o “la cosa pública”) en 2014, y que de hecho fue la inspiración de la propuesta del decálogo ético de España.

Cabe resaltar de la iniciativa británica su motivación fundamental: Como su razón de ser, la banca debe aspirar a hace realidad tres principios fundamentales: (1) Asegurar la seguridad prudencial y sistémica, (2) Trabajar por la prosperidad de sus clientes y (3) Promover la creación de valor de forma responsable y sostenible.

ResPublica también apuesta a fortalecer los mecanismos de evaluación y reclamación (en caso de falla) de los niveles de servicio bancario, motivando una mayor voz para el cliente bancario, que sería escuchada a través de “rankings” de calidad bancaria y mecanismos de evaluación pública de los proveedores financieros por los propios clientes al estilo Amazon.

Si usted fuera a evaluar a nuestra banca dominicana, ¿cómo marcamos en relación a estos postulados a favor de una banca ética? Puede mandarme sus opiniones a afw@argentarium.com, serán insumo para una futura entrega de Argentarium.

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