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Al borde del precipicio (I DE III)

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Al borde del precipicio (I DE III)
Incluye contenido de The Economist

Cuando se calmaron las cosas después de las elecciones del 6 de noviembre, el reelegido Barack Obama y los reelegidos líderes republicanos del congreso tenían menos de dos meses para evitar el "precipicio fiscal", una colección de aumentos de impuestos y recortes de gastos programados para principios del nuevo año. Ellos procedieron a dilapidar la mayor parte del tiempo menospreciando las ofertas de cada uno. Cuando John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes se reunió con reporteros el 7 de diciembre se lamentó, "esto no es un informe de progreso porque no hay progreso que reportar".

Ahora, con menos de tres semanas para resolver la situación, el paso se ha acelerado. Boehner y Obama (ver foto) han hablado dos veces en la última semana, y representantes de ambos han intercambiado ofertas. Públicamente dicen que están todavía distantes, pero eso era de esperarse: las negociaciones serias raramente se realizan en frente de las cámaras.

Algunos perciben la ausencia de fracaso a la fecha como buenas noticias. Eso ciertamente se refiere a la bolsa de valores que ha recuperado sus pérdidas después de las elecciones. El mundo exterior por mucho tiempo ha asumido que Obama y el Congreso lograrían un acuerdo, debido a que la alternativa es demasiado horrible. A partir del 2 de enero, los impuestos se dispararían para casi todos los contribuyentes; expiraría una reducción del impuesto a la nómina y mayores beneficios por desempleo, empezarían recortes del gasto federal; y se implementarían otras medidas impositivas y de gastos. El impacto fiscal total equivaldría a aproximadamente 5% del PIB en un año completo, lo que fácilmente regresaría la economía estadounidense a la recesión.

Para el resto del mundo, el precipicio fiscal parece un fenómeno de la naturaleza, la consecuencia no intencionada del sistema de gobierno acusatorio de los Estados Unidos. Pero eso es muy simplista. El precipicio es producto de tensiones subyacentes mucho más profundas. Los Estados Unidos enfrentan una brecha estructural sin precedentes entre el gasto federal y el ingreso federal; y el sistema político está polarizado sobre cómo cerrar la brecha. Ambos problemas se han estado forjando durante un largo período, y es poco probable que desaparezcan aun si se evita la caída en el precipicio.

La política fiscal ha consumido presidentes desde por lo menos el 1981 cuando Ronald Reagan redujo los impuestos y promovió el gasto de defensa, marcando el comienzo de años de grandes déficits. Aun cuando las luchas llegaron a ser groseras, la legislación fiscal más importante de esa década fue bipartidaria. Grandes números de ambos partidos votaron por los recortes impositivos originales de Reagan y por los aumentos de impuestos que le siguieron; por las enmiendas a la Seguridad Social en 1983 que incrementó los impuestos y frenó los beneficios y extendió la vida del programa; y por la ley de reforma impositiva de 1986 que redujo las tasas personales y corporativas y amplió la base impositiva cerrando muchas lagunas. Los demócratas también dieron su apoyo a los aumentos de impuestos y recortes de gastos en 1990 de George Bush padre.

Sin embargo, esa fue la última vez que los republicanos estuvieron de acuerdo con impuestos más altos. En 1993 el acuerdo de Bill Clinton de reducción del déficit, incrementando impuestos y reduciendo el gasto, fue promulgado sin votos republicanos. En 1997, los republicanos sí negociaron un presupuesto balanceado con Clinton, pero solo porque la caída del déficit hacía posible recortar los impuestos de ganancia de capital junto con el gasto.

Los orígenes del precipicio fiscal actual se remontan a unos años más tarde, cuando George W. Bush recortó las tasas impositivas tanto del ingreso regular, de las ganancias de capital y de los dividendos. La oposición demócrata obligó a Bush a promulgar sus recortes impositivos mediante un procedimiento filibustero1 para evitar maniobras dilatorias del Senado lo que significó que tenían que expirar a finales del 2010.

Cuando Obama asumió la presidencia, su primera gran medida fue un plan de estímulo de dos años que no obtuvo votos de los republicanos en la cámara. A finales del 2010 los dos partidos acordaron una tregua: Obama extendió los recortes impositivos de Bush hasta finales del 2012 y a cambio los republicanos aceptaron más estímulos, mediante el recorte de los impuestos a la nómina y la extensión de los beneficios de desempleo, también hasta finales del 2012. El verano siguiente nuevamente se pelearon cuando los republicanos amenazaron con permitir que el Tesoro perdiera autoridad para tomar prestado, corriendo el riesgo de incumplimiento, sin fuertes recortes de gastos. La componenda: US$917 mil millones en recortes de gastos durante la próxima década, y US$1.2 trillones que empezarían automáticamente en enero del 2013 a menos que ambos lados propusieran una mejor alternativa, lo que no ocurrió.

1 Filibustero es un tipo de procedimiento parlamentario mediante el cual una persona extiende el debate, permitiendo a un solo miembro demorar o prevenir por completo la votación de una propuesta determinada.

© 2012 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com