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Maestros de tabletas

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Maestros de tabletas
Los estudiantes africanos aprenden rápidamente a usar las tecnologías.

Educación digital en Kenia. Las escuelas en África se tornan digitales, con resultados alentadores para el futuro. 

Hasta hace poco Grace Wambui, una estudiante de 14 años en Nairobi, nunca había tocado una computadora tableta. Pero dice ella que le tomó como "un minuto" saber cómo utilizarla cuando estos dispositivos llegaron a su escuela, una choza de zinc en Kawangware, un barrio de la capital keniana.

Otros estudiantes de la Escuela Amaf fueron igual de rápidos en adoptar la nueva herramienta. La enseñanza se hacía con un pizarrón y algunos libros maltrechos. Ahora los niños en grupos de cinco se turnan para pasar sus dedos por las pantallas táctiles de los dispositivos, que están abarrotados de una versión multimedia del programa de estudios de Kenia.

Las tabletas de la Escuela Amaf no son una excepción; son parte de un proyecto piloto administrado por eLimu, una empresa de tecnología de nueva creación. Pero si esta y otras empresas están correctas, las tabletas y otros dispositivos digitales dentro de poco serán la regla en las escuelas africanas: muchos están apostando a un "boom" en la educación digital en Kenia y en otros lugares. Algunos ejecutivos hasta esperan que tenga tanto éxito como M-Pesa, el tremendamente exitoso servicio de pagos móviles. Este crecimiento de la educación digital sería muy oportuno. El número de niños en África sin una escuela podría haber disminuido en años recientes, pero la avalancha de nuevos estudiantes ha abrumado las escuelas estatales, que ya no contaban con fondos suficientes y estaban pobremente administradas. "Lo que se ha hecho siempre" no está funcionando, dice Mike Trucano, un experto en educación y tecnología del Banco Mundial. Una empresa con fines de lucro, eLimu ("educación" en lengua swahili) es uno de varios editores locales que está tratando de entorpecer el negocio de los vendedores de libros de texto tradicionales, que con frecuencia llegan tarde y son costosos. Trata de demostrar que el contenido digital puede ser más barato y mejor.

Safaricom, el operador móvil keniano que fue pionero en el servicio M-Pesa, espera repetir su éxito con la educación digital. Está desarrollando aulas de contenido, desde lecciones en videotape hasta aplicaciones de enseñanza, que cualquiera de las 7,000 escuelas secundarias de Kenia podrá acceder en línea.

La perspectiva de que muchos de los 300,000 de estudiantes africanos estudien digitalmente tampoco ha escapado a la atención de los gigantes mundiales de tecnología. En el último año, Amazon incrementó diez veces las ventas en África de su lector electrónico Kindle. Los desarrolladores de la empresa están añadiendo características a sus dispositivos con el consumidor africano en mente: libros que hablan, nuevos idiomas y una batería de mayor duración.

El fabricante de chips Intel confía en que la educación genere gran parte del crecimiento de dos dígitos que espera tener en África. La empresa ha estado asesorando a los gobiernos africanos y ayudándoles a comprar las computadoras de nivel inicial. En Nigeria, Intel reunió a MATN, un operador de telecomunicaciones, y a Cinfores, un editor local, para ofrecer herramientas de preparación para los exámenes en teléfonos móviles, un servicio que ha resultado muy popular.

Esos éxitos demuestran que hasta los pobres están deseosos de pagar por educación digital, como ya lo hacen para la educación convencional. En Kenia ocho de cada diez padres pagan honorarios para cursos fuera de la escuela. La Escuela Amaf cobra aproximadamente US$10 al mes. Las empresas de nueva creación como eLimu esperan ganar dinero con micro pagos, sumas muy pequeñas pagadas por cada descarga.

Una pregunta más importante es si las herramientas digitales en realidad mejorarán la educación. Los primeros resultados son alentadores. En Ghana las habilidades en lectura mejoraron notablemente entre los 350 niños que recibieron lectores Kindle de parte de Worldreader, una organización caritativa. En Etiopía los investigadores encontraron que hasta en ausencia de maestros, los niños descubrieron cómo utilizar las tabletas que les facilitó One Laptop Per Child, otra institución caritativa, para aprender a leer por sí mismos.

Por ejemplo, en la Escuela Amaf las notas promedio en ciencia, subieron de 58 a 73 de 100 en un solo período, dice Peter Lalo Outa, el director. Esas son buenas noticias para eLimu. "Deseamos probar que los resultados de la enseñanza han mejorado", dice Nivi Mulkherjee, el jefe de la empresa, "y no emplear la tecnología por la tecnología misma".

© 2012 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com