Victoria demócrata

Difícilmente los más ricos ganen un concurso de popularidad. Se les considera diferentes, con estilos de vida que los demás sólo pueden ver en las páginas de las revistas. Y a esto se añade, en algunos casos, la percepción de que sus fortunas podrían deberse a actividades especulativas, o a prácticas empresariales rapaces, desarrolladas por ellos mismos o por los antepasados que les legaron su riqueza actual. Queda poco de la admiración que otrora existió respecto de los millonarios que salieron de la nada.

Los republicanos en los Estados Unidos ignoraron esa realidad y entraron en un callejón sin salida. Se oponían a que subieran los impuestos para todos, ricos y no ricos, pero su posición terminó siendo vista como que estaban dispuestos a sacrificar a los menos pudientes para favorecer a los privilegiados.

Esto así, porque el debate no era acerca de subir los impuestos, pues el alza era automática, sino acerca de cuáles aumentos revocar y cuáles dejar. Al "trancar el juego", los republicanos hicieron posible que los demócratas los culparan de usar al grueso de la población como rehén de los intereses de los privilegiados.

Hasta los mercados financieros, usualmente más cercanos a los republicanos, estaban reclamando una solución al impasse. Después de conocerse el resultado de las votaciones en el Congreso, los índices bursátiles han subido y el dólar bajó, lo que indica que los mercados prefieren evitar que la actividad económica descienda, aunque ello implique una menor fortaleza del dólar.

La victoria en este "round" fue para los demócratas. Lograron aumentar los impuestos a los más ricos, extender los beneficios para los desempleados y posponer por dos meses el debate sobre los gastos. Los republicanos reconocen que no les fue bien ahora y se preparan para el próximo "round", cuando tratarán de forzar recortes de gastos a cambio de elevar el límite de la deuda pública.

Gustavo Volmar