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China y EEUU compiten por ser el líder tecnológico del futuro

La administración de Trump debe luchar en contra de los FAANG en vez de enfrentarse a China para limitar el poder de las grandes empresas de tecnología

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China y EEUU compiten por    ser el líder tecnológico del futuro
Tecnología 5G.

EEUU y China se están moviendo en diferentes direcciones con respecto a la tecnología, el sector que impulsará el crecimiento mundial durante las próximas décadas. Las demandas de los funcionarios estadounidenses de la semana pasada pidiendo que China eliminara el apoyo estatal para su propia industria de alta tecnología no funcionarán; Beijing dejó en claro que nunca disolverá su plan China 2025, cuyo objetivo es independizar al Imperio del Medio de sus vínculos con la tecnología estadounidense en los próximos años.

Mientras tanto, EEUU está protegiendo su propio sector tecnológico, bloqueando la oferta de Broadcom por el fabricante de chips Qualcomm, y aplicando una prohibición comercial de siete años sobre ZTE de China. Huawei, también una empresa china, podría ser la próxima. El departamento del Tesoro podría imponer nuevas restricciones a la inversión china en las próximas dos semanas. También hay un proyecto de ley en el Congreso para expandir el mandato del Comité de Inversiones Extranjeras de EEUU, otorgándole poderes más amplios para vetar no sólo más tipos de inversión extranjera en EEUU, sino incluso inversiones de empresas estadounidenses en el extranjero.

El resultado final es que la integración de las industrias tecnológicas de China y EEUU puede haber terminado. Si asumimos que ambos países seguirán sus propios caminos, surge una pregunta: ¿Cuál de estos países liderará las industrias tecnológicas del futuro? La respuesta depende de qué modelo económico piensas que puede beneficiar la innovación: el centralizado o el descentralizado. China ha apostado por el primero. Si bien sus empresas tecnológicas más grandes, Baidu, Alibaba y Tencent, no son oficialmente administradas por el Estado, están fuertemente influenciadas por el régimen, que puede usar sus tecnologías para vigilancia y recopilación de datos a voluntad.

El hecho de que la privacidad simplemente no sea un problema en China puede ser una ventaja en la carrera para construir inteligencia artificial, que depende de la cantidad de datos que se pueden incluir en un algoritmo. Los aproximadamente 700 millones de usuarios de teléfonos inteligentes de China generan grandes cantidades de datos a diario.

Mientras tanto, el Partido Comunista puede en cierta medida dirigir los recursos de tales empresas hacia sus propios objetivos de política industrial, impulsando a compañías como Alibaba a construir banda ancha rural, por ejemplo. El Estado apoya a las industrias estratégicas como la robótica, los semiconductores y los automóviles eléctricos. Un estudio reciente descubrió que China se ha adelantado a EEUU en la tecnología inalámbrica 5G, que apuntala el Internet industrial y la comunicación máquina a máquina que todas las empresas en todas las industrias necesitarán para crecer en la próxima década.

Se podría argumentar que este control centralizado será una ventaja a corto plazo, ya que ayudará a China a conectar los puntos de la economía digital y asegurará que los beneficios de la tecnología se compartan (a través de la expansión de la infraestructura y la mitigación de la disrupción del mercado laboral ocasionado con la tecnología).

También podríamos cuestionar si todo esto proporcionará beneficios a largo plazo. Sólo hay que recordar los desastres de la planificación central bajo Mao, o incluso la reciente incapacidad de China para dominar la industria automotriz.

Como señala el historiador Niall Ferguson en su libro, La plaza y la torre, las estructuras rígidas y jerárquicas tienden a ser socavadas por las tecnologías disruptivas. El capitalismo autoritario y el Internet pueden ser incompatibles.

Eso es ciertamente lo que la vieja guardia de Silicon Valley habría argumentado. Sin embargo, actualmente parece que la industria de la tecnología en EEUU está siguiendo el modelo de gestión de arriba hacia abajo en comparación con sus inicios como empresas “startup” lanzadas en garajes.

El sector tecnológico está dominado por grandes cuasi monopolios. Mientras que algunas figuras de la industria tecnológica ahora argumentan que más grande es mejor, yo señalaría una investigación que muestra que la mayoría de las innovaciones no sólo ocurren en las empresas tecnológicas cuando son más pequeñas, sino que el aumento de la concentración ha beneficiado desproporcionadamente al capital sobre el trabajo, creando salarios más bajos y mayor desigualdad, los mayores problemas económicos de nuestro tiempo.

El poder del monopolio amenaza los beneficios de un sistema descentralizado. Actualmente en EEUU, no sólo están siendo aplastadas las pequeñas empresas, sino también las de tamaño mediano e incluso grandes. La batalla legal de Qualcomm con Apple es una de las razones que convirtieron a Qualcomm en un objetivo de adquisición. El cabildeo de las grandes empresas tecnológicas para implementar cambios en áreas como los derechos de patente ha debilitado a la biotecnología y a las pequeñas y medianas empresas en la cadena de suministro de software.

Todo esto ha creado presión bipartidista creciente para hacer algo sobre el poder de las empresas de alta tecnología. La administración Trump debería escuchar. EEUU no puede competir con China en enfoques descendentes con respecto a la competitividad. Ni siquiera puede formular un plan comercial verdaderamente coherente. Pero podría reafirmar los méritos de un sistema más descentralizado limitando el poder de los llamados FAANG: Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google.

El crecimiento sostenible se trata de enriquecer el ecosistema tecnológico en su conjunto, no a un puñado de empresas. Esta administración ha demostrado su disposición a ser más agresiva que sus predecesoras con respecto a movidas antimonopolio. Podría ser que lo mejor para la competitividad de EEUU no sea luchar contra China, sino luchar contra los FAANG.

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