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Esfuerzo por limitar el uso de dispositivos inteligentes hace eco de la campaña antitabaco

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Esfuerzo por limitar el uso de dispositivos inteligentes hace eco de la campaña antitabaco
Necesitamos reglas reales para ayudar a las personas a manejar su adicción a sus dispositivos. (FOTO ARCHIVO.)

Por Hannah Kuchler

Necesitamos reglas reales para ayudar a las personas a manejar su adicción a sus dispositivos

Mucho antes de que aparecieran los iPhone, los cigarrillos eran los compañeros favoritos para las manos inquietas. Y, mucho antes de Facebook, el tabaco prometía mejorar tu vida social. Ahora, dejar de usar los teléfonos inteligentes se ha convertido en el nuevo dejar de fumar.

Por supuesto, la tecnología no mancha los dientes, no causa enfisema ni cáncer. Pero algunas personas estaban tan preocupadas de que la adicción a los dispositivos estaba dañando su salud mental que pasaron el mes de enero tratando de reducir su dependencia. Cal Newport, autor de ‘Enfócate (Trabajo Profundo): Reglas para el éxito enfocado en un mundo disperso’, realizó un experimento de ‘limpieza digital’ con miles de seguidores de su blog, mientras que, en el Reino Unido, Time To Log Off realizó una campaña de desintoxicación digital de 30 días.

Aun en Silicon Valley, las personas están apagando las notificaciones que constantemente llaman su atención, prohibiendo el uso de teléfonos inteligentes en el dormitorio y, curiosamente, cambiando los colores de sus pantallas a una escala de grises menos seductora.

Las grandes compañías tecnológicas tendrán que encontrar la manera de responder a esta nueva generación de usuarios renuentes. Facebook es la primera empresa en hacer público este intento, con la esperanza de que su reciente movida para reducir los memes, las marcas y las noticias de su suministro de noticias hará que la red social se sienta más hogareña, llena de amigos y familiares que nos animen a quedarnos en la plataforma.

El año pasado, la industria tecnológica recibió una etiqueta, “Big Tech”, con ecos desafortunados de otras industrias que se han enfrentado a una oposición feroz, incluyendo a la industria tabacalera, conocida como “Big Tobacco”. Al igual que esa industria, la industria tecnológica tiene que calmar las preocupaciones de una nueva generación de accionistas activistas que cuestionan su papel en el mundo. Jana Partners y el fondo de pensiones de maestros de California han instado a Apple a considerar el desarrollo de software que les permita a los padres más opciones para limitar el uso de teléfonos para niños. Arjuna Capital y el Fondo Común de Retiro del Estado de Nueva York han presentado propuestas a Facebook y Twitter, pidiéndoles que detengan el acoso sexual en sus plataformas. Trillium Asset Management ha enviado una propuesta a Facebook, argumentando que necesita un comité de riesgos para considerar la investigación que vincula el sitio con la depresión y otros problemas de salud mental.

Estas campañas no son tan extensas como las que enfrentó Big Tobacco. En la década de 1990, los inversionistas socialmente responsables se negaron a invertir en las acciones de las compañías de tabaco, los activistas presionaron para que las empresas escindieran las divisiones del tabaco e incluso repudiaron a compañías con un interés tangencial en el negocio del tabaco.

Es mucho más espinoso para los inversores desafiar a Big Tech y es difícil separar el impacto positivo de estas compañías en el mundo — ya que conectan a viejos amigos y proporcionan un espacio para que las personas compartan sus ideas — del impacto negativo. La reunión general anual, donde las posturas de relaciones públicas se juntan con la grandilocuencia de los accionistas, tal vez no sea el lugar apropiado para abordar estos temas complejos.

Mientras tanto, dejar de golpe a la tecnología sigue siendo problemático. La capacidad de lograr el equilibrio entre la vida y la tecnología se está convirtiendo en un símbolo de estatus. En ‘Un Mundo sin Ideas: La amenaza de las grandes empresas tecnológicas’, Franklin Foer argumenta que la tecnología debe verse de manera similar a la comida chatarra: una conveniencia que algunos rechazan para elegir una alimentación más sostenible.

Dado que el estadounidense promedio pasa más de cuatro horas al día en su teléfono, según la firma de investigación eMarketer, creo que debemos hacer más para cambiar el rumbo. Necesitamos reglas reales para motivar a todas las personas a manejar su adicción, no sólo a aquellos que sienten presión social para vivir una vida fuera de línea.

Quizás los activistas pueden tomar su mayor inspiración de los activistas antitabaco al centrarse en el impacto que los malos hábitos pueden tener en los demás. De la misma manera en que los anuncios de servicio público lograron que fumar alrededor de nuestros hijos se convirtiera en un tabú, podemos advertir a los padres de los riesgos de usar sus teléfonos inteligentes mientras cuidan a sus hijos. Al igual que cuando se establecieron áreas para no fumadores en los restaurantes, podemos crear zonas sin teléfonos inteligentes en la cena. Eventualmente, los teléfonos inteligentes podrían ser prohibidos en todos los lugares públicos, donde serían rechazados a favor de prestarles atención a las personas que nos rodean.

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