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Presión tributaria
Presión tributaria

Asfixia estatal

La “sobredimensión del Estado” ahoga al sector privado, impidiéndole aumentar la producción, invertir y crear empleos

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Asfixia estatal

Fuera de otros estribillos propulsados por las campañas publicitarias de compañías telefónicas, bancos y tiendas por departamentos, el que dice que la presión tributaria dominicana es muy baja es uno de los que más se escucha. A fuerza de repetirlo, y de hacer comparaciones con los datos de otras naciones a escala regional y mundial, ese concepto ha llegado a ser aceptado como válido, quedando las diferencias de opinión confinadas al ámbito de por qué es tan baja y de qué se puede hacer para aumentarla. Pero en otros países, de ésos que usamos como ejemplos para respaldar los puntos de vista que ya de antemano sustentamos, el criterio general es opuesto. Consideran que allá la presión tributaria es excesiva y debaten las formas de cómo reducirla.

Uno de esos países es la Argentina. Con una presión tributaria estimada en algo más del 35% del PIB, y un gasto público aún mayor por encima del 40%, la economía argentina creció un 16% acumulado durante el período 1998-2016, mientras la región latinoamericana creció un 53%. Economistas y empresarios atribuyen ese menor crecimiento a lo que llaman “estanflación de oferta por asfixia estatal”. Suena como una enfermedad sacada de los textos médicos, pero lo que significa es que la “sobredimensión del Estado” ahoga al sector privado, impidiéndole aumentar la producción, invertir y crear empleos. La oferta agregada permanece estancada y el gran gasto público produce inflación de precios.

Todo lo anterior indica que la presión tributaria óptima depende y es propia de cada país, y debe estar acorde con sus características peculiares. Depende de la diversificación productiva, el porcentaje de informalidad, la composición del gasto público, la apertura al comercio exterior, el nivel de desempleo, el índice de pobreza y demás factores relevantes. No hay, por lo tanto, una receta única, ni tampoco guías eficaces de comportamiento basadas sólo en experiencias ajenas.

gvolmar@diariolibre.com

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