Ballenas criptográficas

Sería un caso ideal para un organismo antimonopolio o de defensa de la competencia, pero las evidencias requeridas para iniciar un proceso sancionador no están disponibles, ni tampoco están definidos el marco legal ni la jurisdicción competente.

Rumores indican que detrás del bitcoin hay una estructura oscura en la que un número limitado de grandes propietarios pueden decidir si su precio sube o baja, en qué monto y por cuanto tiempo.

Debido a que las tenencias de bitcoins son anónimas, avaladas por cuentas que sólo existen en una red de computadoras sin que la identidad personal de sus dueños sea revelada, cualquier información acerca de quienes los poseen es necesariamente especulativa. Aun así, fuentes vinculadas a las centrales que custodian las cuentas, facilitan transacciones y vinculan sistemas de cómputos con los creadores de bloques criptográficos, indican que unos cuantos cientos de personas controlan el 40% o más de los bitcoins en circulación virtual. En la jerga del sector, a esos grandes propietarios se les conoce como ballenas.

Esa concentración no prueba, por sí sola, la presencia de colusión. Haría falta demostrar que las ballenas, o un grupo de ellas, se conocen, se comunican y acuerdan actuaciones. Esa prueba no existe, pero es probable que los mayores propietarios lleven años ligados a la comunidad del bitcoin y que se hayan desarrollado relaciones entre ellos.

De ser así, quienes estarían en peligro son los nuevos inversionistas. No haría falta que el bitcoin se desplomara para que pierdan dinero. Bastaría que las ballenas provocaran oscilaciones en el precio, induciéndolos a comprar cuando el precio es alto, y a vender precipitadamente cuando el precio ha descendido. Varios notables expertos en el bitcoin aseguran que esa manipulación existe. Lo han constatado pues aunque los propietarios son anónimos, la actividad de las direcciones codificadas en la red puede ser rastreada.

Bienvenido Rojas

Gustavo Volmar