Banderas de conveniencia

En una columna anterior mencionamos lo que se conoce como banderas de conveniencia, ofrecidas por países como Panamá y Liberia. Varios lectores expresaron interés sobre ellas y sobre si están vinculadas con los paraísos fiscales.

Aunque no hay una relación directa entre los dos conceptos, coinciden en la dicotomía entre el lugar de registro de los barcos o las cuentas, y el de residencia de los propietarios reales. E igual que como las compañías constituidas en los paraísos pueden no hacer operaciones en ellos, los buques pueden no tocar nunca los puertos del país cuya bandera de conveniencia llevan.

En ambos casos la motivación es económica. Se busca pagar menos impuestos, acogerse a regulaciones más flexibles o reducir costos administrativos, pero como mecanismo para lavar u ocultar activos, los paraísos fiscales son mucho más convenientes. Por supuesto, nada impide que compañías radicadas en paraísos sean dueñas de embarcaciones acogidas a banderas de conveniencia.

Fundamental en el asunto es que los barcos operan bajo las leyes del país en el que están registrados, para fines de su tripulación, navegación, salvamento y representación frente a leyes y entidades internacionales. Como era de esperar, las organizaciones sindicales de países desarrollados no sienten simpatía por esas banderas, a las que atribuyen facilitar la explotación del trabajo vía regulaciones acomodaticias. Hasta qué punto son esas críticas motivadas por el deseo de defender a los marineros, o por el interés de evitar la competencia, es una cuestión parecida a la que existe con los ataques de esas mismas organizaciones a las condiciones de trabajo en las fábricas ubicadas en países del tercer mundo.

Se les acusa también de prestarse a prácticas ilegales en el caso de embarcaciones pesqueras, pero a pesar de todos los cuestionamientos se estima que más de la mitad de los buques mercantes ondea banderas de conveniencia.

Gustavo Volmar