Censura rentable

Hace algunos años un economista describió su visión de una cadena lógica de eventos. Los adelantos tecnológicos impulsarían la globalización de la producción de bienes y servicios. La globalización erosionaría las barreras al libre comercio y promovería la libertad económica. Y, a su vez, la libertad económica conduciría a la libertad política, al hacer más costosos y obsoletos los regímenes dictatoriales.

Era una visión muy optimista de lo que iba a suceder. Hemos constatado que estructuras políticas represivas pueden asimilar los cambios tecnológicos y coexistir con fuerzas económicas liberales. Se observa una sustancial capacidad de adaptación de esas fuerzas a entornos restringidos, así como una notoria disposición a tolerar prácticas represivas, si de por medio están oportunidades de hacer negocios y ganar dinero.

Hace ocho años, en el 2010, Google reaccionó vigorosamente a los intentos del gobierno chino de limitar el acceso de su población a informaciones y opiniones que consideraba adversas. En un gesto de coraje y valentía, decidió abandonar el mercado chino antes que someterse a las exigencias de los reguladores. La libertad de búsqueda y expresión, dijo, eran esenciales y no podían ser negociadas ni comprometidas.

Se rumora ahora, sin embargo, que Google está desarrollando una nueva versión de su buscador para el mercado chino. Permitirá bloquear, según lo establezca el gobierno, páginas cuyo contenido sea censurado, y no admitirá para fines de búsqueda temas o nombres que el gobierno no quiera aceptar, entre ellos los relacionados a protestas, derechos humanos, religión y democracia.

Los intereses económicos defienden ganancias, no libertades. El mercado chino es demasiado importante como para dejarlo escapar y que quede en manos de la competencia. Después de todo, podría decir Google, si Facebook está censurando contenidos para complacer a Europa y los EE.UU., ella también puede complacer a China.

gvolmar@diariolibre.com

Gustavo Volmar