Censuras ambivalentes

Más de cuatro años han pasado desde la tragedia del vuelo MH17 de la aerolínea de Malasia, sobre territorio de Ucrania el 17 de julio del 2014. El evento, acontecido poco después de la extraña desaparición de otra aeronave de esa aerolínea en ruta hacia China, puso a la compañía al borde de la bancarrota, sobreviviendo gracias al apoyo del gobierno malayo.

Ocurrido en medio del conflicto bélico entre el gobierno de Ucrania y los separatistas prorrusos del este del país, el incidente del MH17 fue prontamente atribuido al impacto de un misil disparado por los separatistas. La Unión Europea, a favor de Ucrania, secundó enfáticamente esa acusación, la cual fue precisada posteriormente aún más por un equipo holandés de investigaciones. Éste llegó a la conclusión de que el misil era del tipo BUK-TELAR, y que fue disparado por la Brigada 53 de Misiles Antiaéreos de Rusia, basada en la localidad de Kurst en esa nación.

La ambivalencia con la que se manejan asuntos de esa índole, motivada por consideraciones políticas, se puso de relieve en ese caso. Trece años antes, en octubre del 2001, un avión TU-154 de la línea aérea de Siberia cayó abruptamente en el Mar Negro, falleciendo su tripulación y sus 78 pasajeros. En los restos de la aeronave fue encontrada evidencia de que había sido impactada por un misil antiaéreo S-200, disparado por Ucrania durante un ejercicio militar efectuado ese día. Durante el ejercicio, 23 misiles fueron lanzados contra drones, y uno de ellos cambió sus coordenadas hacia el avión, un blanco mucho más grande. Después de muchas negativas, Ucrania admitió su responsabilidad ocho días después del hecho, sin recibir la condena de la UE.

Actualmente decenas de miles de venezolanos buscan refugio humanitario en otras naciones latinoamericanas, varias de las cuales están imponiendo restricciones crecientes a su ingreso. Algunas de ellas censuraron a la República Dominicana por su política migratoria.

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Gustavo Volmar