Choques externos

Se les conoce como “choques externos” y figuran en casi todos los informes del FMI sobre las economías de sus países miembros. Usualmente sus referencias se enfocan sobre los que son adversos, y van acompañadas de recomendaciones acerca de cómo aumentar la capacidad de resistirlos. Forma parte de la esencia de esos choques que sean eventos fuera del control de los países afectados. Que sean impredecibles, sin embargo, no es una condición requerida, pero si lo son aumenta su potencial de causar daños económicos al tomar de sorpresa a gobiernos y empresas.

La prevención es la mejor receta contra los choques externos, y es por ella que el FMI aboga. Dos vertientes existen a ese respecto, siendo una de ellas reducir la exposición a los riesgos y la otra disponer de medios para atenuar sus consecuencias.

Para disminuir los riesgos es preciso identificar los puntos vulnerables. En nuestra economía algunos de esos puntos son la debilidad del sector exportador, la ineficiencia de la generación de electricidad, la falta de competencia en la estructura productiva, la dependencia del petróleo, los déficits fiscales, la deuda pública, la desorganización del sector informal y la lentitud de los procesos burocráticos. Varios de ellos pueden mitigarse vía decisiones administrativas y políticas diseñadas con ese propósito.

Entre los medios para hacer frente a los efectos de los choques externos figuran las compras y ventas a futuro de productos como el petróleo, el oro, el trigo y otros importantes rubros de importación y exportación. Y también la disponibilidad de líneas de financiamiento externo para el gobierno y el sector privado, así como la diversificación de los mercados y socios comerciales con los que el país opera. Pero entre todos los medios destaca el contar con un elevado nivel de reservas de divisas, equivalente a poseer un medicamento de acción rápida utilizable si una crisis sobreviene.

Gustavo Volmar