Cohesión aparente

En cualquier asunto económico suele haber posiciones opuestas, derivadas de sus efectos sobre los ingresos, gastos o patrimonios de los sectores involucrados. Es labor de los economistas tratar de predecir las reacciones de las partes y anticipar el resultado, para lo cual se guían por los intereses de cada sector y su capacidad de influencia.

En materia de comercio exterior, se creía que la globalización y el apoyo empresarial al libre intercambio de bienes y servicios iban de la mano. Los importadores y exportadores se presumían aliados naturales del libre comercio, los primeros porque los impuestos y demás cortapisas afectaban el costo de sus productos, y los segundos porque serían perjudicados por mercados más restrictivos. Y, en cuanto a los productores para el mercado interno, se suponía su adhesión al libre comercio pues una porción creciente de sus materias primas procedía del exterior.

Esa aparente cohesión en torno a la libertad comercial ha probado, sin embargo, ser más aparente que real, más coyuntural que permanente, y más propensa a cambiar si las condiciones del entorno varían.

La propuesta debatida por la Cámara de Representantes de los EE.UU., y barajada por el nuevo gobierno de ese país, de establecer un gravamen del 20% a las importaciones, conocido como impuesto fronterizo de ajuste, ha encontrado apoyo en varias grandes corporaciones estadounidenses, entre ellas la aeroespacial Boeing, las farmacéuticas Lilly y Pfizer y la tecnológica Oracle.

La propuesta contempla reducir del 35% al 20% el impuesto a las ganancias, excluir de la renta imponible los ingresos por exportación, y establecer un gravamen del 20% a las importaciones. Unidos a su favor están los exportadores y las empresas orientadas al mercado local, que han calculado que el aumento de sus costos por causa del impuesto sería menor que la suma del ahorro impositivo y el incremento de ingresos por mayor cuota de mercado.

Gustavo Volmar