Comodidad y movilidad

El viernes negro en nuestro país tuvo algo en común con los primeros viernes negros en los EE.UU., donde ese día tuvo su origen. Igual que en esas ocasiones de antaño, los clientes dominicanos acudieron a las tiendas, algunos de ellos trasladándose de un establecimiento a otro. Fue un agitado periplo que, marcado por las filas en las cajas y los retrasos por causa de la congestión del tránsito, dejó literalmente agotados a numerosos compradores.

Este año, siguiendo la tendencia de los años anteriores, las ventas en línea durante el viernes negro en los EE.UU. continuaron aumentando su participación en el total de transacciones llevadas a cabo. Y, dentro de ellas, hubo un incremento en el porcentaje de adquisiciones efectuadas desde teléfonos móviles, desde el 29% en el 2016 al 40% este año. De ese modo los clientes lograron alcanzar una gran movilidad, accediendo a las páginas de establecimientos que no hubieran podido visitar en un mismo día, pudiendo a la vez cumplir con sus compromisos habituales en el trabajo o el hogar.

La vía del internet requiere, sin embargo, conocer por adelantado las ofertas o monitorear las páginas en la web, a fin de seleccionar los artículos deseados. Involucra, por lo tanto, un elemento de captura al que debe dedicarse tiempo. Eso implica que en lo que al viernes negro toca, dicha vía deba estar esencialmente reservada para compras significativas, no para adquirir un paquete de arroz o un litro de leche. En los EE.UU los productos más demandados este año fueron televisores, laptops y consolas de juegos electrónicos.

Pero hay quienes ven el viernes negro como una ocasión festiva, en la que participar no es sólo un medio sino un fin en sí mismo, felicitándose al concluir la jornada por las rebajas conseguidas. Y los comerciantes se felicitan por haber inducido a los clientes a comprar no sólo lo que planeaban sino también lo que por impulso decidieron adquirir.

Gustavo Volmar