Costo por causa ajena

Todos sabemos que la seguridad cuesta y que hay que pagar por ella. Lo que no es tan entendible es que debamos pagar para atajar amenazas a las que hemos sido expuestos por causa de otros.

La vulnerabilidad encontrada en los chips electrónicos que forman parte de los procesadores utilizados en computadoras y otros dispositivos es un ejemplo de ese tipo. Dos amenazas, denominadas “Meltdown” y “Spectre”, acechan a la casi totalidad de los servidores y computadoras personales, y la responsabilidad corresponde a fabricantes como ARM, Intel y AMD, pero ellos no van a cubrir el costo de cerrar la brecha. Lo pagarán los consumidores.

Los remedios en sí mismos, consistentes en modificaciones a los sistemas operativos, están siendo ofrecidos gratuitamente por Microsoft, Apple y otras empresas a los usuarios de sus programas, al menos para aquellos que continúan recibiendo soporte técnico. El costo, sin embargo, no desaparece porque esas actualizaciones sean gratuitas, pues radica en el efecto que los correctivos tendrán sobre la eficiencia de los equipos.

Sin precisar porcentajes, se ha informado que las modificaciones reducirán la velocidad de la mayoría de los sistemas. Unos serán más afectados que otros, el deterioro más notorio se dará en equipos con procesadores fabricados antes del año 2016. Las consecuencias pueden ser lo suficientemente significativas como para que algunos usuarios, cuyos equipos estén expuestos a un nivel bajo de riesgo, decidan no aplicar los correctivos ofrecidos.

Velocidad equivale en estos casos a capacidad de servicio. En la medida en que la velocidad de procesamiento declina, los usuarios podrían tener que añadir más equipos para compensar ese declive y mantener las condiciones de servicio anteriores. Eso implica que deberán invertir en más servidores y computadoras personales, asumiendo el costo ocasionado por las debilidades estructurales halladas en los procesadores.

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Gustavo Volmar