Dimensiones de la movilidad

Pocas frustraciones son tan intensas como la que sufren muchos jóvenes graduados de un instituto, escuela vocacional o universidad. Luego de haber pagado (ellos o sus familiares) por su entrenamiento o profesión, y de haberse esforzado en completarlo, a veces combinándolo con extenuantes jornadas laborales, se encuentran con que no consiguen mejorar sustancialmente su situación económica.

Un estudio de la CEPAL analiza las barreras estructurales a la movilidad social, y uno de sus hallazgos difiere de lo que hubiésemos esperado. Aunque el estudio se enfoca en México, sus resultados podrían ser aplicables también a la República Dominicana.

El estudio, elaborado por Patricio Solís, divide la movilidad social en tres dimensiones: la educativa, la ocupacional y la económica. En un contexto ideal, cada dimensión seguiría a la otra. La educación capacitaría a la persona en el desempeño de actividades valoradas por la sociedad. Con esas destrezas adquiridas obtendría acceso a las ocupaciones que las requieren. Y con su inserción en el mercado laboral recibiría mayores ingresos y ascendería en la escala económica. La realidad, sin embargo, puede ser diferente.

Los resultados de la investigación revelan que las dos primeras dimensiones de la movilidad, la educativa y la ocupacional, pueden ser altas, y aun así la tercera, la económica, puede mantenerse persistentemente baja. Es decir, las personas pueden educarse y cambiar de trabajo, pero su nivel económico permanece rígido.

Se observa también la influencia del punto de partida de las personas. Las que comienzan desde origines muy humildes tienen menor probabilidad de abrirse paso en las tres dimensiones, lo cual pone de relieve la gran desigualdad de oportunidades que caracteriza a la estructura social.

Del estudio se puede concluir que sin un cambio en esa estructura, la educación y el acceso a empleos no serán suficientes para lograr una efectiva movilidad social.

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Gustavo Volmar