Fiscal o cuasifiscal

Publicado en la sección “Página Abierta” del sitio en la web del Banco Central, un trabajo de la Unidad Ejecutora para la reducción del déficit cuasifiscal analiza las causas y evolución de dicho déficit, cuyo origen es demasiado reciente como para caer en el ámbito de los historiadores, y cuyas implicaciones tienen incidencia sobre debates políticos actuales.

En una parte de ese trabajo, al final de su numeral segundo, al mencionar el desmonte en el tiempo del stock de títulos emitidos por el BC, se señala que países como Chile, Costa Rica y otros llevan más de 30 años intentándolo y “aún presentan en su balance este flagelo”. Calificado de ese modo, como un flagelo, parecería lógico que el Banco Central estuviera dispuesto a librarse de dicho stock por cualquier medio que estuviese a su alcance, igual que cualquier persona quisiera salir de un virus o bacteria que esté afectando su salud. Puede sorprender, por lo tanto, que en el numeral tercero del trabajo se sustente una posición contraria al traspaso de esa deuda al gobierno vía Hacienda.

Aparte de una consideración de tipo legal, el argumento fundamental para oponerse al traspaso es de orden práctico. Si el gobierno no ha podido ni siquiera cumplir con el programa de recapitalización del BC, mucho menos podría hacerse cargo directamente de esos compromisos. Favorece, en consecuencia, seguir la línea de un traspaso gradual consistente con la realidad fiscal del país.

Esa conclusión pone de relieve un importante aspecto del déficit cuasifiscal. Aunque la crisis bancaria haya sido un factor determinante, no debe pasarse por alto su rol, como mecanismo de política monetaria, en la compensación de las turbulencias generadas por nuestros déficits fiscales y por las fluctuaciones en el entorno externo. Si el traspaso condujera a un mayor déficit fiscal, éste repercutiría sobre el BC, que se vería entonces forzado a aplicar nuevas medidas correctivas.

Gustavo Volmar