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Redes Sociales
Sector eléctrico
Sector eléctrico

Indicio revelador

La permanencia de la electricidad como uno de los principales problemas habla mal de la capacidad para resolver las dificultades de forma conjunta

Cada vez que nuestro país es afectado por un huracán se pone de relieve la fragilidad de nuestra red de distribución de energía eléctrica. Basta, de hecho, que soplen algunos vientos moderados para que el suministro de electricidad quede interrumpido, sumándose a los apagones que por otras causas ocurren de manera recurrente.

Durante décadas la electricidad ha servido como un indicio de todas las ineficiencias de nuestra estructura productiva. Un verdadero catálogo de carencias gerenciales podría construirse a partir de esa traumática experiencia, entre las cuales la injerencia política, los fallos de planificación, los errores contractuales, la dispersión de responsabilidades y la pobre asignación de recursos son sólo algunas de las más destacadas.

Hasta cierto punto, la permanencia de la electricidad como uno de los principales problemas del país, confirmada una y otra vez en las encuestas a empresas y familias, habla mal de la capacidad de nuestra sociedad para acometer y resolver dificultades de forma conjunta. Que hayan transcurrido tantos años, y aún se esté discutiendo un pacto nacional para enfrentar ese problema, sugiere la existencia de trabas importantes en nuestra habilidad para poner de lado diferencias y convenir los pasos a dar en busca de una solución definitiva.

Pero dicha permanencia también pone de manifiesto el tejido de intereses que se desarrolla alrededor de necesidades sociales insatisfechas, incluyendo otras como la educación y la salud. Ellas crean un terreno propicio para la creación y consolidación de esquemas en beneficio de entidades particulares, cuya posterior remoción se dificulta por las consecuencias que su disolución conlleva.

Por supuesto, en todo el mundo las redes eléctricas son susceptibles a daños por fenómenos de la naturaleza. La diferencia está, sin embargo, en la intensidad requerida del fenómeno y en la rapidez del retorno a la normalidad.

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