Integración minera

La queja es común en las naciones subdesarrolladas que poseen recursos minerales exportables. Las ventas en el exterior de esos minerales les dan divisas, empleos en las zonas de las minas y el pago de impuestos nacionales y locales, pero la explotación minera se mantiene aparte de las demás actividades económicas del país. Por esa razón, cuando por cualquier motivo cesa la producción minera, sea por el agotamiento de los yacimientos, descenso del precio o retiro de las compañías, se resiente su área de influencia y queda poco más que el recuerdo de tiempos mejores, si es que no queda también algún desastre ambiental. Eso ha sucedido en nuestro país en diversas ocasiones con el oro, la bauxita y el ferroníquel, y en otras partes de Latinoamérica con el cobre, el estaño y otros rubros.

Ante esa realidad, que se da también el África y Asia, la Unión Africana resolvió crear un Centro para el desarrollo mineral de la región, cuyo objetivo primordial es promover enlaces entre las explotaciones mineras y las economías nacionales. Con esa finalidad procura que la minería sea integrada en los planes de desarrollo de mediano y largo plazo, tomando en cuenta la dispersión de avances tecnológicos, la formación de recursos humanos, y el estímulo de actividades independientes que puedan más adelante reemplazar a las mineras. Un uso especializado de los fondos derivados de la minería, en lugar de tratarlos como una fuente más de ingresos, es esencial para que ese objetivo pueda ser alcanzado.

Con frecuencia, sin embargo, las empresas mineras prefieren operar como enclaves segregados. Aparte de contratar trabajadores, encuentran tener poco en común con las actividades económicas locales, salvo quizás en cuanto al suministro de agua y alimentos, vías y medios de transporte o algunas construcciones. Actúan con bastante autonomía, en base a las prerrogativas que los contratos y concesiones les otorgan.

Gustavo Volmar