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Minería monetaria

Una nueva fiebre extractiva se esparce por el planeta, sólo que, en esta ocasión, algunos de los participantes no están conscientes

Muchas personas están involucradas en operaciones mineras, sin que haga falta que trabajen en la Barrick o que excaven yacimientos por su cuenta. Una nueva fiebre extractiva se esparce por el planeta, sólo que, en esta ocasión, algunos de los participantes no están conscientes de lo que está pasando. Sus computadoras son infectadas con programas maliciosos que las ponen a trabajar en complicados procesos de cálculo para beneficio de hackers, quienes son recompensados con la creación de nuevas unidades de monedas criptográficas, según los mecanismos establecidos para cada una de ellas.

En el caso del bitcoin, ya han sido creadas cerca de 16.9 millones de unidades, y la complejidad de los cálculos requeridos para seguir creándolas aumenta a medida que esa cifra se aproxima al tope máximo de 21 millones. El costo del tiempo de uso de los computadores y de la energía consumida es, por lo tanto, cada vez mayor, lo que hace atractivo incorporar la colaboración de equipos sin que sus propietarios se den cuenta. Pero incluso sin esa colaboración, la actividad de los mineros del bitcoin, como se llama a quienes laboran en su creación, sorprende por su magnitud. Un dato al respecto pone esa dimensión de manifiesto.

Un reporte dado a conocer el mes pasado reveló que en el 2018 es probable que la energía consumida en Islandia por los computadores dedicados a crear bitcoins excederá a la utilizada por todos los hogares de ese país. Con sólo 340,000 habitantes y tarifas favorables, la actividad de los mineros allá ha tenido un crecimiento exponencial.

Detrás de ese crecimiento está el aumento de precio del bitcoin, y si el precio bajara al nivel de hace un año, caería también la minería. Auspiciada por la gran liquidez creada por los bancos centrales y las bajas tasas de interés, la especulación con bitcoins ha contagiado a personas en lo demás prudentes, de aquellas a quienes ni se les ocurre entrar a jugar en un casino.