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Negocio corporal

Se le ha dado el nombre de vigorexia a un trastorno mental obsesivo con el ejercicio. Sus víctimas se ejercitan diariamente por varias horas

Habría que ver cuáles son más abundantes, si los salones de belleza o los colmadones. Para muchos dominicanos con temperamento empresarial ellos parecen ser la mejor opción para un negocio. Los hay por todos los barrios y tienden a convertirse en lugares de contacto social, en un medio como éste donde los centros comunitarios son deficientes y escasos. Sólo algunas iglesias muy activas atraen una participación semejante.

Los gimnasios se perfilan como una posible alternativa, dada la creciente conciencia respecto del rol del ejercicio en la salud. Por su costo, sin embargo, aquí se mantienen confinados a las clases alta y media, que son también las más convencidas de sus beneficios. Los más pobres optan por soluciones más frugales, como caminar, o no se ejercitan regularmente, o consideran que en sus trabajos hacen más que suficiente.

El negocio no se limita a las cuotas de los gimnasios y clubes, y a los consumos en ellos. Abarca también una amplia gama de suplementos nutricionales, algunos de dudosa utilidad y otros perjudiciales a mediano plazo. El afán ha llegado al punto de que inquieta a especialistas en desórdenes del comportamiento.

Se le ha dado el nombre de vigorexia a un trastorno mental obsesivo con el ejercicio. Sus víctimas se ejercitan diariamente por varias horas y están al acecho de nuevas rutinas y programas. Hay casos en que desciende su eficiencia laboral y puede conducir a la pérdida del empleo. Y, a pesar de esos sacrificios, la persona afectada tiende a mostrarse insatisfecha con su imagen y entiende que necesita esforzarse más aún.

Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, el trastorno se inicia entre los 20 y 40 años de edad y muchos casos no son diagnosticados. El problema es que el ejercicio es conveniente y no hay un punto evidente a partir del cual se torna excesivo, a diferencia de otras adicciones, como el cigarrillo, que son perjudiciales desde su inicio.

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